Sigamos teniendo el valor para preguntar

Yo soy el Dios de tus padres. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Al oír esto, Moisés se cubrió el rostro, pues tuvo miedo de mirar a Dios. Éxodo 3:6 NVI

Conectemos con nuestros alumnos

Mis palabras llenan el salón de clase durante toda la hora. Sé que algo no va bien y hasta que me permito tomar una gran bocanada de aire, reflexiono, ¿cuántos maestros de «escuelita» dominical no quisieran esto?

Aunque la tentación es muy grande, después de unos minutos toma toda mi voluntad recordarme que mi comodidad no es lo que ellos necesitan. Pero al menos sé la razón. Sebastián no tuvo una buena semana.

Eso sucede cuando, una vez cada dos meses, a su familia se le permite visitar a su hermano mayor en el centro de rehabilitación. Así que hoy, él está abstraído y la clase no ha sido galardonada con ninguna de sus usuales preguntas.

Lo anterior es un evento importante porque este niño de diez años es el incitador de la clase. Créeme, cualquiera se atreve a preguntar después de que Sebastián toma la palabra. Algo muy especial en su diseño lo ha hecho inmune a guardarse cualquier duda que pase por su mente. No digo que siempre sean acertadas, pero la mayoría me ponen sobre las cuerdas.

Las preguntas más simples que nunca me atreví a preguntar a su edad resurgen para cobrar factura y entiendo por qué contestarlas no es tan fácil como debería. Es hasta que pasan meses del incómodo proceso que se vuelven mis preguntas favoritas. 

A partir de los tres años, los niños preguntan constantemente sobre todo lo que les rodea. La fe que estás impartiendo no es la excepción. ¿Por qué los guisantes son redondos? ¿Por qué muere la gente? ¿Por qué Dios no evitó que me fracturara el brazo?

Los niños cuestionan la fe y eso no es algo malo, es clave. Seamos honestos, ¿alguna vez has utilizado la frase «Porque yo lo digo»? Puede parecer lo más justo después de una jornada de 24 horas como papás, pero la realidad es que no es una respuesta aceptable. Recuerda que nuestra responsabilidad es criar a hombres y mujeres que escuchen la voz de Dios, no sólo la nuestra.  

¡No vas a saberlo todo! 

Creemos espacios seguros para responder a sus dudas con oídos atentos y un corazón humilde. ¡No vas a saberlo todo! Hacérselos entender también jugará a tu favor. Ellos necesitan ver que buscas el conocimiento que te falta (y dónde lo buscas).

No te robes la oportunidad de crecer con tus hijos. Dios te dará la sabiduría para ajustar las respuestas a la edad de cada infante. Iniciar conversaciones espirituales desde que tus hijos son pequeños te ahorrará un gran trabajo en su adolescencia, cuando ya no seas la única fuente de sabiduría disponible.

La confianza hacia los padres se construye en la niñez. ¡Valora el intelecto que Dios le ha dado a tus hijos y permite que ellos lo amen también con su mente! Después de su lectura diaria, hacerles preguntas es una de las mejores maneras de involucrarse y fomentar el aprendizaje. 

Al ver a mis estudiantes no puedo evitar preguntarme, ¿cuándo el Dios de sus padres se volverá el suyo? No lo sé, sólo espero que el proceso nos ponga de rodillas. Así que no me permito olvidar que la fe no se traduce en una perpetua asistencia dominical, es una completa rendición de nuestro ser.

El punto no es comprender cuándo y cómo Dios salvó mi vida, hacer acuerdos intelectuales o ser un Peter Pan que repite una y otra vez que cree en las hadas. La fe es una lealtad absoluta, pero para que eso suceda se necesitan fundamentos sólidos.

Esto es lo que el Sistema Educativo LAM sueña, por lo que todos los colaboradores se desgastan, si podemos decir algo así de este privilegio. 

Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:30

Jehová apareció a Moisés en la zarza ardiente y éste se presentó como el Dios de sus padres. Moisés había sido instruido en los caminos de Dios cuando era niño; eso lo diferenciaba de cualquiera en la casa del Faraón y en los años que pasó apacentando las ovejas de su suegro. Pero recuerda que fue hasta que, viéndole cara a cara, el Dios de sus padres se convirtió en el suyo. 

Hacemos nuestro trabajo, pero ellos perseveran en la fe, no porque padres o maestros los mantengamos en ella, sino porque Él lo hace. ¡Qué descanso!

Chihuahua, Chihuahua
México

https://www.instagram.com/karla_almuina/

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