¿Raíces o alas? o ¿Raíces y alas?

Hace unos días, platiqué con una directora alemana. Ella tiene un colegio en la ciudad de Puebla y hace uso de los libros del Sistema Educativo LAM. La razón por la que decidió emprender en la educación fue principalmente, asegurar una educación integral para sus hijos. Me decía: «México es bueno en edificar escuelas con raíces; pero le corta las alas a los estudiantes». 

Después de colgar el teléfono me di cuenta de que algunas personas siguen viendo a nuestro país con una cultura cerrada, y en cuestión de educación se tiene la idea de un método también cerrado y «tradicionalista», donde el estudiante es pasivo y el profesor es el agente, donde las buenas ideas las tiene el que enseña pero no el que aprende, donde los libros son el instrumento de mayor peso cuando la realidad es que educar va más allá de sentarse sólo a contestar libros de texto.

¿Y cómo se logra una educación integral?

Para lograr una educación integral, es decir, completa, que incluya todos los elementos necesarios para formar a nuestros hijos o estudiantes, se necesita ayudar a los alumnos a «echar raíces», mismas que les proporcionarán un fundamento sólido y firme; pero también es indispensable ayudarles a descubrir que «tienen alas» para alcanzar aún más de lo que les ofrecemos como educadores.

Los aspectos que contribuyen a «echar raíces» son por ejemplo, los principios bíblicos, los valores, las reglas, las normas, los hábitos, los métodos, las fórmulas, el conocimiento en sí de cualquier área.

Pero, para ayudar a nuestros hijos o alumnos a descubrir que pueden volar cada vez más alto, es importante que contribuyamos de manera intencional en el desarrollo de sus habilidades intelectuales como la comprensión, el razonamiento, el análisis, el pensamiento crítico, la solución de problemas, entre otras. 

Darle alas a un estudiante, o por lo menos no cortárselas, implica añadir valor a su capacidad creativa. No hay mejor momento para un padre educador o para un profesor de aula que aquel en donde vemos a nuestros hijos o estudiantes utilizando las herramientas que les proporcionamos, para crear o descubrir algo nuevo o para relacionarlo con su entorno. Es en ese instante cuando pensamos: ¡Está aprendiendo!

Tanto las raíces como las alas son necesarias. Con sólo proporcionar raíces, tendremos hijos o estudiantes que se saben las Escrituras de la Biblia, los valores, las reglas, las normas de conducta, los métodos establecidos para ejecutar algo, las fórmulas, y que por tanto, serán capaces de aprobar un examen de conocimientos de cualquier área. Pero, si conseguimos que nuestros hijos o estudiantes, además vuelen, tendremos hijos o estudiantes que comprenden, razonan, analizan y viven las Escrituras de la Biblia, que entienden la importancia de las reglas y normas, que aman los hábitos porque se dan cuenta de que son buenos para la vida, y que saben mover los conocimientos adquiridos según se requiera, ya sea para explicar algún tema o para solucionar un determinado problema según el contexto.

¿Qué podemos hacer como padres educadores o como docentes de aula?

Es importante que cuando vayamos a planear las clases de nuestros hijos o estudiantes nos preguntemos si lo que vamos a hacer atiende los dos aspectos necesarios para una educación integral.

Necesitamos estudiantes que sean capaces de analizar, comprender y reflexionar la información y los fenómenos que los rodean, para que de esta forma entiendan el contexto, e incluso, produzcan nuevas ideas y tomen mejores decisiones ante las circunstancias que se les presenten.

Algunos consejos a tomar en cuenta en este regreso a clases para fomentar una educación integral

Ahora que hemos recordado qué aspectos atiende una educación integral, veamos algunos consejos prácticos que podemos considerar en este nuevo ciclo escolar:

1. Los niños por naturaleza cuestionan todo. Dejemos que nuestros hijos o estudiantes pregunten sin que se sientan atacados o como alguien que interrumpe o molesta. Esta práctica nos indica que están poniendo atención y que quieren comprender y reflexionar más al respecto. Hacer preguntas es parte de usar las alas.

2. Los niños tienen nuevas ideas. Cuando un hijo o alumno no haga las cosas tal como se lo indicamos, en vez de regañarlo, tomemos un tiempo para preguntarle por qué lo hizo de esa forma, nos podríamos sorprender de su respuesta. Quizá la forma en que lo haga sea mejor que la que le enseñamos. En este aspecto, no quiere decir que dejemos que los estudiantes hagan lo que quieran. Es importante que aprendan a seguir instrucciones y que sepan que a veces las cosas no podrán hacerse según sus formas; pero no les cortemos las alas disgustándonos o gritándoles por no hacerlo como se indicó, preguntemos de dónde surgen esas nuevas ideas que por naturaleza tienen.

3. Los niños son críticos. Ser crítico es algo muy natural. Si tomamos una definición académica, la crítica es «el conjunto de opiniones o juicios que responden a un análisis y que pueden resultar positivos o negativos». Criticar no siempre nos llevará a hacer un señalamiento positivo, a veces una crítica podría no ser bienvenida porque hace énfasis en un error. Sin embargo, debemos apreciar ese don que tienen los niños para expresar las cosas sin maquillajes. Cuando nuestros hijos o estudiantes nos hagan ver nuestros errores o de alguien más, debemos tomarlo con calma y recordar que es parte de darles alas. ¡Están usando su pensamiento crítico! Lo único que debemos cuidar en este punto es que entiendan que no es lo mismo ser crítico que criticón. Si una persona viste sin lujos en una fiesta de gala y se lo hacemos notar para ridiculizarla, eso es ser criticón. En cambio, si una persona viste de manera inapropiada para ir a acampar y le señalamos los peligros de no llevar ropa adecuada, eso es ser crítico. Dejemos que nuestros estudiantes se expresen aun cuando lo que escuchemos no sea tan positivo para nosotros. 

¡No cortemos sus alas! ¡Tampoco olvidemos trabajar en echar las raíces! Queremos hijos y estudiantes disciplinados, pero también entendidos; acatados, pero también que innoven; conocedores de la Palabra de Dios, pero también con una relación profunda con Su creador.

Y tú, padre educador o docente de aula ¿estás listo para educar con raíces y alas?

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