Algunas plantas florecen bajo la luz directa del sol, mientras que otras prefieren la sombra. Algunas necesitan tierra húmeda, mientras que otras prosperan en suelos más secos. Algunas tienen pétalos suaves y delicados, mientras que otras tienen espinas fuertes y resistentes. El jardinero, con su ojo experto, se asegura de colocar cada planta en el lugar adecuado, proporcionándoles las condiciones perfectas para su crecimiento.
Pero un día, el jardinero se encuentra con una planta que nunca antes había visto: vivaz, trepadora y llena de energía. ¡Se enreda con tal velocidad en las paredes que el jardinero se siente incapaz de seguirle el paso! Ante esta situación, se pregunta si vale la pena el esfuerzo adicional que requerirá cuidarla o si sería mejor eliminarla del jardín para no perjudicar a sus queridos rosales, manzanos y helechos. Sin embargo, será precisamente esta planta la que le enseñará que, aunque pueda parecer caótica a simple vista, su Creador la ha revestido del mismo valor y dignidad que las demás.
Ahora, imagina que este jardín es como un salón de clases y cada planta representa a un estudiante con sus propias necesidades, habilidades y características únicas. Algunos alumnos destacan con facilidad, mientras que otros pueden necesitar más apoyo y atención para mantenerse enfocados. Es por eso que hoy quiero hablarte de un grupo especial de estudiantes: los niños TDAH o, lo que es lo mismo, los niños extraordinarios.
En este artículo no pretendo definir el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) ni enumerar o ignorar sus retos, ya que hay expertos más adecuados para eso, y si eres padre o tutor de un niño con esta condición, ya debes estar familiarizado con ellos. En cambio, quiero destacar el valor y las habilidades excepcionales que poseen estos niños.
«Pero ahora Dios ha colocado a los miembros en el cuerpo, a cada uno de ellos, como él quiso».
1 de Corintios 12:18
A pesar de las dificultades que pueden enfrentar para mantener la atención en tareas rutinarias, los niños con TDAH a menudo muestran una intensa concentración, conocida como hiperfoco, en actividades que les interesan. Esto les permite sumergirse profundamente en un tema o tarea, mostrando una concentración extraordinaria. Además, su pensamiento rápido les permite encontrar soluciones innovadoras y su capacidad para ver las cosas desde diferentes perspectivas los convierte en maestros del pensamiento lateral, es decir, que pueden volverse expertos en abordar problemas o encontrar soluciones de formas no convencionales.
Pero quizás su mayor superpoder sea su resiliencia. Al enfrentar desafíos diarios, estos niños desarrollan una fuerza interior que los ayuda a superar obstáculos y adaptarse a nuevas situaciones de manera admirable. Promover una mentalidad de fortalezas en lugar de limitaciones es fundamental para la autoestima y el crecimiento personal de estos alumnos. Cada niño es único y no todos los alumnos con TDAH tendrán las mismas habilidades, pero todos merecen tener la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.
Por lo tanto, aunque es importante reconocer y celebrar los superpoderes de los niños con TDAH, su verdadero valor no radica únicamente en sus talentos o en su potencial para el éxito. Los amamos y honramos por el mismo principio que a todos los demás: son niños, criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios. Es nuestra responsabilidad, como padres y maestros, asegurarnos de que cada niño, independientemente de sus características o capacidades, sea valorado, respetado y amado por lo que realmente importa, por quién es. Después de todo, el jardín se vuelve más hermoso cuando a cada una de sus plantas se les permite florecer.
