¡Me asombras!

Segundo de secundaria. Un grupo de adolescentes que parecía no querer estar ahí. Mi primer semestre en una escuela nueva. ¿Mi tema? Biblia: los Yo Soy que describen a Jesús. Al meditar en las diferentes imágenes que Jesús usa para describirse a sí mismo, como pan, un pastor o una puerta, pensé que quizá dichas figuras podían inspirar a mis alumnos al arte.

Por esa razón, les propuse que su calificación bimestral se basaría en plasmar los siete Yo Soy en cualquier forma creativa. Cada semana les recordaba sobre el proyecto y la fecha de entrega. Sin embargo, me topaba con alumnos que se encogían de hombros, como si no les importara, o algunos que anunciaban a los cuatro vientos que ¡no tenían nada hecho!

Debí adivinar que un grupo de adolescentes no expresaría audiblemente sus avances o sus creaciones. El proyecto requería de una nube de misterio para funcionar. Entonces llegó el gran día. Mis alumnos arribaron al colegio con bolsas oscuras donde escondían sus proyectos, pero que, cuando sacaron, me dejaron sin habla. Ese día, me dejé envolver por el asombro. 

Cada uno de ellos mostró un pedazo de su personalidad y sus talentos, envueltos en la complejidad de la persona de Jesús y cómo se presenta ante nosotros. Por falta de espacio, menciono sólo algunos. Un estudiante creó un juego de video donde un tipo de Mario recorre calabozos y tuberías donde va recolectando los siete Yo Soy. Una chica que ama el arte plasmó en un collage la vid y la puerta, el pastor y el pan, en un cuadro abstracto repleto de simbolismo. 

Una chica tímida tejió a crochet siete figuras en representación de cada aseveración de Jesús. Otra alumna escribió una historia contemporánea para cada figura. Un joven esculpió en yeso distintos elementos de los Yo Soy. Incluso los que pareciera que no se habían esforzado tanto, como los que crearon una presentación con diapositivas, recorrieron una milla extra para añadir versículos y referencias al Antiguo Testamento, o para encontrar imágenes en la naturaleza que ejemplificaran sus conclusiones. 

Cuando pensamos en el asombro, por lo general lo conectamos con la naturaleza, la música, el espacio o las teorías de la existencia. Rara vez lo relacionamos con las acciones que los demás llevan a cabo. Pero, ese día, entendí que el asombro también surge de las personas. Podríamos decir que el asombro aparece cuando nos topamos con algo tan vasto que nos detiene a medio camino. De hecho, el asombro expande nuestras mentes y reduce el estrés. 

Dacher Keltner, profesor en la universidad de Berkeley, estudia el asombro. Nos dice que esta emoción nos hace más empáticos y compasivos. Las personas que se sorprenden de lo que otros hacen o cómo actúan de manera positiva, suelen ayudar con más facilidad al prójimo. 

Ahora que, el asombro por lo que los otros hacen no sólo se limita a los grandes héroes de la historia o a los íconos del momento. Más bien, surge de las personas más cercanas y amadas. La persona a tu lado puede provocar tu asombro. No necesitas ir a un museo o al espacio exterior. En tu casa, en tu jardín y en tu salón de clases puedes encontrar motivos diarios para asombrarte. 

Por ejemplo, ¿no te maravilla el alumno que comparte su almuerzo con el amigo que lo olvidó? ¿O la pequeña que detiene la clase para sugerir que el grupo ore por el compañerito que está enfermo? ¿Qué de los alumnos que proponen juntar dinero para donar a los pobres o el más travieso de la clase que te ve un poco agripado y te ayuda a limpiar el salón al final del día? 

Si bien no podemos enseñar a otros a ser asombrosos o hacer cosas asombrosas, sí podemos afirmar aquellas acciones que buscan el bien del otro. Una felicitación o el simple reconocimiento hará que nuestros alumnos experimenten algo placentero y, en el futuro, pensarán en otras maneras de ayudar, consolar o apoyar. De hecho, ellos mismos empezarán a notar y a verbalizar las buenas acciones de los demás y así, crearemos, juntos, un ambiente de honra y asombro.

¿Te acuerdas del proyecto de los Yo Soy? Lo repetí con el grupo del siguiente año escolar. ¿Lo más increíble? Los estudiantes del curso anterior, ahora en tercero de secundaria, me rogaron que los dejara participar y observar lo que habían creado sus compañeros de un grado inferior. ¿Lo más satisfactorio? Una hora de aplausos y afirmación a la creatividad y los esfuerzos del otro. Y eso, en sí mismo, fue asombroso. 

Compartir:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Nombre *
Correo *
Teléfono *

¿Ya conoces nuestro Blog LAM?

¡Regístrate a nuestro Newsletter y obtén envío gratis!*
Nombre *
Apellido *
Ciudad *
Teléfono *
Correo *

*Aplica solo para la república mexicana.
Ingresar