Lo que durará por siempre

Una interpretación de 1.ª Corintios 13:

Si pudiera enseñar todas las materias pero no amara a mis alumnos, yo sólo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena. 

Si tuviera la mejor didáctica y entendiera todos los nuevos descubrimientos de la ciencia y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de abrir muchas escuelas, pero no amara a mis colegas, yo no sería nada. 

Si diera todo mi tiempo a la escuela y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso; pero si no amara a mi propia familia, no habría logrado nada.

El amor es paciente con los alumnos que avanzan lentamente y bondadoso con los que quieren llamar la atención. 

El amor no es celoso de los maestros que parecen lograr más, ni es fanfarrón de sus logros, ni orgulloso de sus éxitos, ni ofensivo en sus malos días. 

No exige que las cosas se hagan a su manera, sino que se somete a la autoridad.

No se irrita con la misma pregunta, ni lleva un registro de las ofensas recibidas por el alumno más travieso. 

No se alegra de la injusticia, cuando ve que la educación no se toma en cuenta con seriedad, sino que se alegra cuando la verdad triunfa y se hacen reformas pensando en el niño. 

El maestro que ama nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.

Los modelos educativos, los planes curriculares y las pruebas diagnósticas se volverán inútiles. ¡Pero el amor durará para siempre! 

 

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