Imágenes del conocimiento

La palabra «conocimiento» viene del compuesto en latín co– (con) y gnosco (saber o tener noción). Sin embargo, existen palabras que nos cuesta mucho trabajo explicar y conocimiento es una de ellas. ¿Se trata de acumular información? ¿Cómo se manifiesta en sentido práctico?

Observemos tres palabras: sabiduría, comprensión y conocimiento en sus raíces hebreas, y veamos si el cuadro que pintan nos ayuda a profundizar en lo que tú y yo hacemos cada día: educar.

El calor y el queso

La palabra sabiduría en hebreo tiene como raíz un prefijo que significa «calor». Se representaba pictográficamente como una pared y agua. En pocas palabras, ejemplificaba la separación del agua. ¿Y cómo se lograba? Por medio del calor. En tiempos antiguos se colocaba la leche agria en una bolsa de piel que se ponía al sol para calentarse. Las enzimas separaban la leche de la cuajada.

Del mismo modo, somos sabios cuando podemos separar lo que sirve de lo que no, lo bueno de lo malo, lo importante de lo no importante. Pero para hacerlo necesitamos conocimiento. Dentro de nuestra bolsa de cuero ponemos la leche agria de lo que absorbemos con nuestros sentidos. El conocimiento es el calor que proviene de un libro, un maestro o una nueva vivencia. De ese modo, cuando abrimos la bolsa, encontramos que ¡hay queso! Algo aprendimos. Algo separamos. Algo distinguimos. Algo clasificamos. Algo acomodamos. 

Por algo, Dios mismo dice que cuando naciera aquel hijo prometido y tuviera edad suficiente para escoger lo correcto y rechazar lo malo, ¡comería queso! (Isaías 7:14). Eso queremos de nuestros estudiantes. Que, al crecer, usen el conocimiento para saber qué elegir y qué desechar. ¡Hagamos queso!

El poder del constructor

La palabra para comprensión en hebreo proviene de la raíz construir. Podemos ejemplificar el aprendizaje como el arte de colocar los bloques del conocimiento que vamos adquiriendo para formar la casa que representa nuestra vida. Por lo tanto, todo lo que aprendemos no nos hace simplemente mejores profesores o ingenieros, sino que en el corazón de la educación está la meta de formar a mejores personas. 

La palabra hebrea también se traduce como inteligencia en el castellano. Es decir, el hombre inteligente comprende las ideas y los pensamientos más profundos. Por eso, la palabra se usa con relación a un constructor. 

Se nos enseña que Moisés comisionó a Bezalel para inventar diseños y construir el tabernáculo (Éxodo 31:1-3). Dios mismo lo dotó de inteligencia para dicho propósito. Nosotros creemos que todo niño ha recibido de parte de Dios una mente extraordinaria y capaz de aprender. Ayudémosles a construir por medio de la transmisión del conocimiento, pero para eso, no sólo basta oír información, sino manipularla. Dejemos que experimenten, jueguen, muevan y apilen las piezas que van a edificar.

Puertas y ojos

La palabra conocimiento en hebreo nos remonta a la idea de la puerta de una carpa y el movimiento que se hace para abrir y cerrar. Sin embargo, una de sus raíces, de origen un tanto incierto, también se puede traducir como ojo. Así que podríamos decir que conocer es como lo que hace el ojo que se mueve de un lado a otro para examinar todo lo que le rodea. 

Bien dijo el Predicador que no se cansa el ojo de ver. Y es que todo el tiempo, el ojo está activo, sea en la página o en la carretera. El ojo es un órgano extraordinario. Y el conocimiento, por lo tanto, no es estático, sino que se encuentra en movimiento como esa puerta que gira o como el ojo que no se fatiga. 

En pocas palabras, para los antiguos hebreos conocer no implicaba sólo recibir información, sino tener una relación íntima con alguien o con un tema. Debía haber movimiento, un abrir y cerrar, un girar y girar. Por lo tanto, no hay conocimiento sin práctica. Juan nos recuerda que: «Podemos estar seguros de que conocemos a Dios si obedecemos sus mandamientos» (1 Juan 2:3, NTV). ¡Qué palabras más fuertes! Sólo podemos conocer si actuamos al respecto. Y seguramente todos ansiamos niños que conozcan no sólo las Matemáticas, sino a Dios mismo. 

Queso. Construcción. Un ojo infatigable. ¿Qué opinas de estas tres imágenes sobre el conocimiento? ¿Cómo las puedes aplicar hoy?

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