«Cosas pequeñas» para directores

En la película de La Novicia Rebelde, Julie Andrews canta sobre las pequeñas cosas que la hacen sentirse bien, como los bigotes de los gatitos, las teteras de cobre brillante y las gotas de lluvia sobre las rosas. Ciertamente todos nos alegramos por las grandes conquistas, pero estas se logran a través de las pequeñas prácticas.

Después de las vacaciones de Navidad y de cara al invierno en muchos países, quizá regresemos a la escuela con un poco de desánimo o con la abrumadora carga de todo lo que debemos completar y lograr.

Quizá necesitamos enfocarnos en las pequeñas cosas y encontrar en ellas las fuerzas para no desistir. Te ofrecemos siete pequeñas prácticas que pueden ayudarte este 2024 y, aunque son sugerencias principalmente para directores educativos, pueden también ser útiles para coordinadores y maestros.

El poder de una sonrisa. No menosprecies lo que una sonrisa, ya sea tuya o de uno de tus alumnos, puede lograr. Aprende este año a responder a las sonrisas de maestros, padres y alumnos con una propia, incluso en esos días grises o de mucho trabajo. 

Brinda palabras de afirmación. Seguramente ya lo haces, así que no desistas. Tu afirmación a alumnos, maestros e incluso a padres de familia puede tener un impacto duradero. Percibe las pequeñas cosas que alguien está haciendo y agradece su esfuerzo.

Sé visible. Saluda a tus maestros al comenzar el día. Hazte presente en las entradas y salidas para recibir y despedir a los alumnos. Camina por los pasillos y sostén breves conversaciones con los que encuentres a tu paso. Aparécete en los recesos y come con los alumnos cuando puedas lograrlo.

Escribe notas breves. Cuando visites un salón o pases por un aula, deja una pequeña nota de gratitud o ánimo para tus maestros. Celebra los éxitos de tus profesores y comparte con los alumnos los logros de aquellos que les enseñan. 

Deja tu puerta abierta. Permite que alumnos y maestros sepan que siempre estás disponible, aunque en realidad sientas que deseas ocultarte unas horas. No olvides que una puerta abierta habla de tu intencionalidad de escuchar y ayudar al que lo necesite. 

Cuida tu salud integral. Identifica y aparta un momento durante el horario escolar para el silencio, la soledad y la serenidad. Cinco minutos al final del día, al principio o en el medio son suficientes para tomar tu café en silencio, sin otras personas y sin hacer nada para, simplemente, disfrutar cada sorbo con tranquilidad y hablar con Dios.

Implementa poco a poco. Los cambios son graduales. Por esa razón, ten paciencia contigo mismo, con tus profesores, con los alumnos y con los padres. Recuerda que el aprendizaje requiere de repetición y práctica. Así que, si quieres que tus alumnos lean más, avanza un libro a la vez. Si deseas elevar el nivel educativo, invierte en capacitación para tus maestros, pero no esperes que de la noche a la mañana haya cambios notables. Todo progreso conlleva tiempo.

Trabaja en las pequeñas cosas. Invierte en las pequeñas cosas. En una versión para directores de la canción mencionada al principio (My favorite things), podríamos cantar: 

Niños activos y atentos en clase,

padres pendientes, maestros capaces,

risas y cantos en cada rincón 

son los anhelos de mi corazón. 

Aulas seguras, preguntas curiosas, 

salas con luz y con plantas frondosas,

libros que encienden la sed por saber,

sueños y arte voy a promover.

Maestros y niños, papás y mentores,

saben que aprenden más de sus errores;

buscan sus metas cumplir y alcanzar

y al final son los que triunfarán.

En el frío,

en las sombras, 

cuando me va mal,

tan solo recuerdo 

sus ojos brillar 

y empiezo un día

más.