
En México, antes de la contingencia sanitaria del COVID-19, había aproximadamente 725,000 de embarazos no deseados cada año en mujeres de 15 a 49 años. Lo que corresponde a 48.4% de los embarazos en el país. En pandemia, la CONAPO calculó un aumento del 12 al 20% en esta cifra ya alarmante. Este porcentaje representa de 87 a 145 mil embarazos no deseados adicionales cada año. Dichas cifras posicionan a México en el primer lugar en embarazos no deseados a nivel Latinoamérica y en el segundo a nivel mundial.
Un embarazo no deseado es aquel que se produce sin el deseo o planificación previa. ¿Puedes creer que cada año hay más de 15 millones de embarazos no deseados en el mundo?
Hace unos meses me convertí en mamá y aún más que antes, Dios puso en mi corazón una preocupación real por los niños. En estos meses, desde mi embarazo hasta el nacimiento de mi hijo, he podido maravillarme de la creación perfecta de Dios y al mismo tiempo he tenido que depender totalmente de Él, de su fuerza y su sabiduría, porque además de ser un tiempo hermoso y muy especial, es el reto y la responsabilidad más grande que he tenido.
Dios mismo confió en mí para traer a un hijo suyo a este mundo para ayudarlo a crecer y convertirse en el hombre que Él quiere que sea.
Si estás leyendo esto y eres mamá, papá o maestro, tú compartes este mismo reto.
Las cifras de embarazos no deseados me parecen totalmente desgarradoras, estamos hablando de 15 millones de vidas en el mundo (cada año) que desde que son concebidas se enfrentan a un ambiente hostil que está muy lejos de lo que es ideal para su desarrollo. Y no hablemos siquiera de cuántos de estos embarazos no llegan a término por distintas razones.
Mi objetivo al señalar estas cifras no es desanimar o perder la esperanza en la raza humana, sino concientizarnos de que muchos niños con los que tenemos contacto han crecido en un ambiente difícil. Algunos desde antes de nacer, otros en su primera infancia, y otros, probablemente, que aunque fueron planeados y deseados, se enfrentan a distintas dificultades en sus casas, violencia, pobreza, familias disfuncionales, etc.
Según la Asociación de Economía de América Latina y el Caribe (LACEA), el ambiente del hogar en el que nace una persona, afecta las oportunidades de aprendizaje y desarrollo que tendrá a lo largo de su vida. Por ejemplo, se ha demostrado que los niños de hogares en situación de pobreza o con madres con menores niveles educativos (usualmente de embarazos en adolescencia), exhiben niveles de lenguaje inferiores a los de niños de hogares más afluentes o con madres más educadas. En Ecuador, Nicaragua y Perú, los niños de los hogares más pobres, a los 6 años, tienen el desarrollo de lenguaje de un niño de cuatro años. Esto marca una desventaja clara desde el inicio de la vida escolar.
El ambiente ideal para el desarrollo del niño no solo lo marca el nivel socioeconómico, sino también la convivencia con otros niños y adultos, la disciplina libre de violencia, la relación entre las personas con las que cohabitan, la seguridad y estabilidad en la que viven, los entornos estimulantes, las actividades y juegos, y por supuesto, el trato, respeto, amor y honra que reciben.
Aunque vivimos en un mundo complicado, lleno de pecado y de situaciones y ambientes que no son ideales, soy de las personas que cree que el mundo sí puede mejorar y las cosas sí van a cambiar, si como cristianos que conocemos la esperanza que hay en Jesús no creemos esto, ¿quién sí lo hará?
Tal vez al leer todo esto ya pudiste traer a tu mente a un niño cerca de ti que sabes que no tiene a su alrededor un ambiente ideal para desarrollarse, y aunque no puedes cambiar su pasado, sí puedes cambiar su futuro.
Uno de los principios de la filosofía Reggio Emilia, creada por el pedagogo Loris Malaguzzi, es que el ambiente es un tercer maestro porque ofrece alternativas pedagógicas en el aprendizaje de los niños. Defiende que el conocimiento que adquiere el niño debe realizarse a través de la observación y experimentación, tomando en cuenta lo diferente que es cada niño, sus capacidades y características, y cómo esto los lleva a potenciar su creatividad, a adquirir motivación y como resultado, una mejor asimilación de conceptos y adquisición de conocimientos. El ambiente es una necesidad y también un aliado para la formación del niño.
Cada niño se relaciona en un ambiente diferente formado principalmente por 4 variables:
Espacios: su casa, la calle, el parque, su barrio, la escuela.
Elementos que forman parte de ellos: recursos, objetos, personas, animales.
Relaciones entre los elementos: afecto, participación, seguridad, respeto.
Acontecimientos que afectan las anteriores: como lo es su cultura, el nacimiento de un nuevo hermano, estado de salud, dinámicas familiares, etc.
Todas estas variables, y mucho más, afectan la manera en la que el niño es formado.
Al ámbito familiar le corresponde, en primer lugar, el derecho y deber de educar al niño y al ámbito escolar, el segundo lugar y teniendo en cuenta lo que hablamos unos renglones atrás, el ambiente juega el tercer lugar.
¿Qué podemos hacer como padres y maestros para asegurarnos de que la parte que nos toca sea tan maravillosamente desarrollada que logremos disminuir las desventajas que otra de las partes pueda ocasionar?
¿Y como padres de familia, qué hacer si vivimos en un lugar donde el acceso a la educación no es el ideal? ¿Qué podemos hacer como docentes si la dinámica familiar de nuestros niños no es la ideal? ¿Qué podemos hacer para crear un ambiente donde el niño se sepa amado, deseado, un ambiente donde sea escuchado, donde pueda asombrarse, donde se sienta seguro, donde pueda ser creativo y se le enseñe a amar aprender?
Cada uno de nosotros debe hacerse estas preguntas y buscar respuestas para cada caso en particular, pero permíteme decirte que si estás leyendo este artículo es porque Dios ya puso en tu corazón la necesidad de hacer las cosas de manera diferente a lo que este mundo está acostumbrado. Dios puso en ti la necesidad de hacer las cosas a su manera.
En Sistema Educativo LAM no somos ajenos a las realidades de este mundo, pero conocemos al Dios que tenemos y la capacidad de transformación que Él puede lograr en una vida. Nuestro material, nuestros docentes, solo son herramientas para restaurar lo que Dios ya ha diseñado desde el principio. Cada niño es imagen de Dios, cada niño es digno, cada niño tiene un potencial que no se puede cuantificar, cada niño es valioso, cada niño merece desarrollarse en un ambiente ideal, cada niño fue creado maravillosamente y cuidadosamente diseñado desde antes de siquiera existir.
Salmo 139:13-16 (NVI)
Tú creaste mis entrañas;
me formaste en el vientre de mi madre.
¡Te alabo porque soy una creación admirable!
¡Tus obras son maravillosas,
y esto lo sé muy bien!
Mis huesos no te fueron desconocidos
cuando en lo más recóndito era yo formado,
cuando en lo más profundo de la tierra
era yo entretejido.
Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación:
todo estaba ya escrito en tu libro;
todos mis días se estaban diseñando,
aunque no existía uno solo de ellos.
Como creyentes y como educadores, tenemos el privilegio de colaborar en la formación de una nueva generación, no buscando hacerlo únicamente por adquisición de conocimientos, sino dignificando, amando y restaurando, el conocimiento vendrá como un resultado. Sigamos formando juntos a esta nueva generación que va a traer esperanza a este mundo, confiados en que tenemos al Espíritu Santo para guiarnos en esta tarea.

Alexa Medina
Fuentes:
https://www.milenio.com/ciencia-y-salud/pandemia-esperan-145-mil-embarazos-planeados-2021
https://www.milenio.com/politica/comunidad/confinamiento-15-millones-embarazos-deseados-mundo
http://www.conamed.gob.mx/gobmx/boletin/pdf/boletin25/b25-7.pdf
http://www.waece.org/biblioteca/pdfs/a013.pdf
https://vox.lacea.org/?q=blog/ambiente_ninos_desarrollo