La gratitud es una virtud, un sentimiento o una actitud de reconocimiento de un beneficio que se ha recibido o recibirá.
Como seres humanos es fácil dejarnos llevar por los afanes del día a día; las responsabilidades, el trabajo, los compromisos, los gastos, la rutina, y a menudo nos encontramos en situaciones donde las cosas no son tan perfectas como quisiéramos. Todos tenemos días o semanas donde sentimos que la lista de pendientes es interminable, la situación actual de nuestra vida no es la ideal, los momentos donde todo parece estar fuera de control y somos tentados a rendirnos o recurrir a la queja.
Hace poco tuve unos días así. Estaba exhausta y desesperada, al borde de recurrir a la queja por no ver mis oraciones contestadas. Pero en uno de esos días largos, el Señor me recordó muchos sueños, promesas y anhelos de mi corazón que Él ya ha cumplido y me llevó a un pasaje que me ayudó a ver más allá de la situación temporal que estaba viviendo.
Este pasaje es Lucas 17:11-19, te invito a leerlo y estudiarlo conmigo hoy.
11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y este era samaritano. 17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. (RVR 1960)
Hay 5 cosas que podemos notar en este pasaje que leímos:
- Diez personas quedaron limpias de lepra.
- Sólo una de ellas regresó a darle gracias a Jesús.
- La escritura es muy detallista al mencionarnos que regresó dando gracias en voz alta.
- Al inicio de la historia se menciona que los leprosos «se pararon a distancia».
- El leproso que regresó era Samaritano, un extranjero.
En un inicio las 10 personas parecen ser iguales pues todas necesitaban sanidad, todas fueron a donde estaba Jesús con fe de que serían sanadas, todas obedecieron lo que Jesús les dijo, todos quedaron limpios, todos creyeron en Jesús y recibieron un milagro.
Pero sólo una de ellas, después de recibir el milagro, actuó en gratitud y regresó a darle gracias a Jesús y no de una manera pasiva si no que dice la escritura que volvió «glorificando a Dios a gran voz». Todos lo podían escuchar.
Esta persona pasó de ser un enfermo que probablemente por años tuvo que estar lejos de cualquier persona sana y de tener que pedir un milagro a la distancia, a estar postrado con su rostro en los pies de Jesús. Me encanta pensar que tal vez fue la primera persona a la que tocó después de haber estado tanto tiempo sin ninguna clase de contacto físico.
La gratitud nos acerca a Jesús; nos pone a sus pies.
Este hombre era un extranjero, era samaritano, probablemente no solo tenía una vida difícil al ser leproso si no también al ser simplemente quien era, un samaritano que el pueblo judío rechazaba. Sí, fue él quien regresó a dar gracias.
La gratitud elimina barreras y te atrae a Jesús.
Lo más interesante es que esta historia termina con una palabra muy especial. En el texto se menciona que fueron «limpios», «sanados», pero al final Jesús le dice a este hombre: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado». Este hombre samaritano no sólo tuvo acceso a un milagro como los otros nueve, sino que recibió dos milagros, fue sanado y salvado.
La gratitud abre la puerta a milagros y salvación.
Lo que yo logré entender con todo esto es que es demasiado fácil ahogarnos con las cosas diarias y lo que no tenemos, y perder de vista lo que el Señor ya ha hecho. Es muy fácil caer en la queja, en la costumbre o incluso en la comparación, en lugar de la gratitud.
Nosotros como Sistema Educativo LAM, estamos parados en el sueño de alguien más, en el sueño del Pastor Enrique y la Pastora Tita Bremer, quienes siendo papás jóvenes buscaban herramientas para educar a su primera hija. Estamos en el sueño de una maestra que sabe que puede hacer más por sus alumnos pero aún no sabe cómo. Estamos en el sueño de los primeros escritores de nuestro material y en el sueño de un director que anhela cambiar su comunidad por medio de la educación.
Qué importante es darnos cuenta de que estamos parados y vivimos día a día en un milagro, en sueños que pensamos no sucederían.
El Señor ya hizo el milagro, ya estamos aquí, claro que aún falta mucho camino por recorrer, pero ya estamos viviendo los milagros y promesas que algún día fueron orados.
La pregunta es si en esos milagros y sueños cumplidos que ya estamos viviendo, vamos a ser de los nueve que disfrutan el milagro nada más, o vamos a ser el que regresa. El que es consciente de quién es Dios y lo que ha hecho.
Qué importante es no enfocarnos en lo que nos falta, no correr a la queja.
Qué importante es no acostumbrarnos a lo que Dios hace y perder nuestro asombro y agradecimiento.
Qué importante es vivir una vida de gratitud que nos regrese siempre a estar en los pies de Jesús.
Te invito a que el día de hoy tomes unos minutos para sentarte a pensar en todo lo que el Señor ya ha hecho y respondas en gratitud. Escribe al menos 5 cosas y de ser posible comparte esto con alguien más y da gracias «a gran voz». Da gracias por tu casa, tu familia, tu trabajo, ese anhelo de tu corazón que fue cumplido al cuál ahora estás acostumbrado, se específico.
Dale gracias a Jesús por tu salvación y el privilegio de poder regresar hoy y todos los días a sus pies.
Espero este artículo y este pasaje que estudiamos hoy, sea de mucha bendición para tu vida y te sirva de herramienta para responder en gratitud ante las situaciones que se te presenten.
