Preparación emocional del maestro

La preparación emocional del maestro cada mañana es clave para provocar el ambiente correcto dentro del salón de clases. Indudablemente sabemos que el maestro es el responsable de lo que sucede pero debemos ser honestos, en ocasiones una situación puede hacer que todo se salga de control o que el mismo maestro pierda el control.

Quiero empezar este artículo animando tu corazón y hacerte ver que lo estás haciendo bien. Hay momentos que como maestros creemos que no todo está bajo control, pero quiero decirte que es clave lo que sucede antes de colocar un pie en el salón de clases.

Estas son algunas recomendaciones que pueden ayudarte a mejorar el ambiente de tu salón: 

1. Conéctate con Dios cada mañana. Esto te ayudará a entregarle todo lo que eres, incluso cómo te sientes, cuáles son tus luchas y una de las más importantes: pedirle sabiduría. La Palabra de Dios nos invita a pedir aquello que necesitamos y estoy segura que Dios te la otorgará cada mañana. 

«Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla». Santiago 1:5 (NTV).

2. Medita sobre lo que Dios piensa de ellos. Es importante pedirle a Dios que traiga cada mañana una revelación de cómo ve a cada uno de tus alumnos. Recuerda que cada niño que está en tu aula es un adulto en formación. Así como Dios te ama a ti, los ama a ellos. ¡Bendice a cada uno de tus alumnos! ¡Ora por ellos cada mañana!

«14 Cuando Jesús vio lo que sucedía, se enojó con sus discípulos y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino de Dios pertenece a los que son como estos niños. 15 Les digo la verdad, el que no reciba el reino de Dios como un niño nunca entrará en él». 16 Entonces tomó a los niños en sus brazos y después de poner sus manos sobre la cabeza de ellos, los bendijo». Marcos 10:14-16 (NTV).

3. Provoca el ambiente correcto. Es necesario que tus cargas y preocupaciones del día a día se queden fuera del salón de clases para poderles ofrecer una sonrisa, un abrazo, toda tu atención y también la dirección que cada alumno necesita. Van a existir momentos complejos, pero si tienes claro que tu responsabilidad es mantener el ambiente adecuado serás aún más cauteloso de cada movimiento o expresión. Los alumnos con el paso del tiempo te conocen y pueden percibir esos detalles. Posiblemente puedes estar pensando y cuestionando si hay momentos donde no hay control. ¡Vamos al siguiente punto!

4. ¿Qué pasa si todo se sale de control? Claro que esto puede suceder y por muchas razones. Por ejemplo: peleas, llantos, posiblemente el grupo esté cansado o irritado por algo externo. Te animo a que seas flexible y que intervengas para encontrar soluciones rápidas.

Te recomiendo en momentos como este no intentar controlar todo lo que está pasando. Intenta dos cosas, alguna de ellas te funcionará: primero cambia de actividad mientras averiguas o reconoces qué está pasando. El cambio de actividad te ayudará a eliminar la tensión.

Segundo, sal a un lugar al aire libre. Posiblemente lo que tú necesitas lo están necesitando tus alumnos. Haz tres ejercicios de respiración, canta alguna canción, enséñales a asombrarse por la naturaleza y si crees que es el momento oportuno, puedes mostrarles la importancia de reflexionar sobre lo ocurrido en el salón de clases.

Además, «No pequen al dejar que el enojo los controle. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo». Efesios 4:26-27 (NTV).

5. Ama a tus alumnos sobre todas las cosas. Aunque el día haya sido complejo, despídete con un fuerte abrazo, con una palmadita en la espalda, una despedida de puño y hazles saber lo importante que son para ti. Recuerda que como maestro tu testimonio y vida es un ejemplo para ellos. Estoy segura que ellos te recordarán. 

¡Que el amor sea su meta más alta! 1 Corintios 14:1-20 (NTV).

Te animo a que recuerdes cada mañana entregarle a Dios tu día y así mismo entregar la vida de cada uno de tus alumnos. 

«No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús». Filipenses 4:6-7 (NTV).

Cada uno de estos puntos pueden mejorar tus días, hacerte un mejor maestro y ayudarte a establecer el ambiente emocional que debe existir en un salón de clases. 

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