¡No te canses de educar! Tu trabajo como educador es muy valioso

Además de ser un derecho fundamental de todos los seres humanos, la educación es el arma más poderosa para transformar una sociedad. Gracias a la educación, se promueven los derechos humanos, se desarrollan las diferentes habilidades de los individuos y se proporcionan los medios para construir espacios y ambientes más seguros, equitativos y con mejores oportunidades.

A través de la educación, los individuos se convierten en personas mucho más conscientes de sí mismos y su entorno. Al tener las herramientas necesarias para formar el pensamiento crítico, los individuos se convierten en ciudadanos responsables con la capacidad de asimilar la información que reciben, de cuestionar y reflexionar para así tomar mejores decisiones. En palabras de la UNICEF: «La educación les da a niñas, niños y adolescentes las habilidades y conocimientos para alcanzar su máximo potencial y ejercer sus otros derechos»

Ese es el impacto de tu trabajo como educador. Lo que haces y la forma en la que lo haces importa mucho. La Biblia dice en Proverbios 16:16 que: «La sabiduría vale mucho más que el oro, y la inteligencia mucho más que la plata». Tu trabajo tiene mucho valor.

La realidad en nuestro país es otra. La educación no está llegando a todos los que la necesitan y tampoco está siendo impartida con efectividad. Según los datos arrojados por la SEP en el 2017, más de 4 millones de niños, niñas y adolescentes no asistieron a la escuela en nuestro país ese año. De la población que sí asistía a la escuela en nivel básico en ese año, alrededor de 600 mil niños, niñas y adolescentes estaban en riesgo de abandonar sus estudios por diferentes motivos: falta de recursos, distancia de las escuelas con relación a sus casas y violencia familiar o social. Sabemos que después de la pandemia, esos números se han elevado exponencialmente.

Por otro lado, el aprovechamiento educativo en nivel básico de nuestro país es muy bajo. En el 2022, México figuró en el lugar 102 en educación entre 137 países, según el programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) realizado por la OCDE.

Esta es la narrativa en la mayoría de los países latinoamericanos. Escuelas han cerrado, maestros siguen en huelga, los sueldos y recursos asignados al rubro educativo cada vez son menores y los modelos educativos impuestos en nuestros países no ayudan a la promoción de la búsqueda de conocimiento por parte de los alumnos. Ir a la escuela dejó de ser deseable. El aprendizaje se convirtió en una opción no atractiva.

En medio de esas estadísticas tan abrumadoras, he podido ver equipos de maestros, directores, pastores y papás educadores pararse a favor de los niños y estar dispuestos a usar esta arma de transformación. Educadores han dejado su estabilidad económica para trabajar, muchas veces como voluntarios en comunidades lejanas; pastores le han creído a Dios para lanzarse con proyectos nuevos de abrir escuelas; papás han reaprendido para luego enseñarle a sus hijos.

Tú eres parte de ese ejército. Hoy quiero recordarte que cada una de las horas invertidas en el salón de clases, cada lección impartida, cada vez que te quedas horas extra, cuando te preparas para tus clases, las horas invertidas en estudiar más, cada trato que has tenido con tus alumnos, cada batalla, cada momento de estrés: ¡vale mucho! Siempre recuerda: tu trabajo no es en vano. Lo que haces está provocando que esas estadísticas cambien y por lo tanto, que cada ciclo escolar, más niños, niñas y adolescentes tengan oportunidad a un mejor futuro.

Si estabas pensando en abrir un centro educativo, que esta sea tu señal.

Si estabas pensando en estudiar pedagogía, que esta sea tu confirmación.

Si estabas pensando en invertir en educación, que hoy puedas comenzar.

Aún hay mucho trabajo por hacer, ¡no te desanimes! Gálatas 6:9 dice que «No debemos cansarnos de hacer el bien. Si no nos rendimos, tendremos una buena cosecha en el momento apropiado». Vamos a ver la cosecha de nuestro trabajo. Veremos niños responsables, niñas que tienen más oportunidades, adolescentes con convicciones firmes, individuos responsables que impactan y transforman su entorno. Vamos a ver comunidades sanadas y en crecimiento. Vamos a ver progreso y mejora a través de líderes entendidos. Vamos a ver a niños asombrándose de la complejidad de la creación al aprender ciencias o geografía. Vamos a ver niñas encontrándose con Dios a través de la palabra escrita y vamos a ver adolescentes siendo de influencia porque entienden su identidad y su valor.

Estamos cerrando un ciclo escolar y preparando todo para comenzar uno nuevo. No te dejes envolver por la monotonía o la complejidad del trabajo que te espera. Prepárate constantemente. Crece en fe y también trabaja en tu carácter. No te conformes con la manera en la que haces las cosas, sigue aprendiendo. Nunca dejes de depender de la dirección de Dios y el Espíritu Santo. Camina en comunidad. Aunque la carga es pesada y el panorama complejo, no estás solo(a). Sistema Educativo LAM está a tu favor. Nuestro compromiso es seguir mejorando, seguir aprendiendo y seguir creciendo. No nos desanimaremos, no nos conformaremos y no desistiremos hasta que hagamos a nuestros países latinoamericanos dichosos porque hemos encontrado sabiduría, entendimiento e inteligencia.

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