Mis maestros no me entienden

«Mis maestros no me entienden». Escuché esta frase en un concurso de oratoria cuando estaba en la primaria y se hizo realidad en mi vida y en la de algunos amigos de la escuela. Aunque debo reconocer que también tuve maestros comprensivos, como la maestra Lucha quien ocasionalmente se tomaba el tiempo para cortarnos las uñas a aquellos que lo necesitábamos.

Pasé diecinueve años en escuelas públicas, con más de sesenta profesores. Aprendí muchas cosas buenas, pero también muchas cosas malas. Sin embargo, cuando reflexiono en lo vivido, concluyo que los maestros pueden ser un detonante positivo en un alumno si comprende tres cosas que comparto a continuación.

1. Toda vida tiene un propósito

Albert Einstein dijo: «Dios no juega a los dados». La realidad es que vivimos en un mundo desafiante que constantemente nos dice lo contrario a lo que Dios ya habló de nosotros desde antes de la fundación del mundo. Nadie ha sido producto de la suerte o un accidente, sino que el Señor te planificó y te tejió. Además dispuso dones y talentos para que caminaras en el propósito que tiene para tu vida. Un hombre sin un objetivo claro es como un barco sin timón.

Según el libro de «Una vida con propósito» de Rick Warren, tres de las preguntas más importantes de tu vida son: ¿Por qué estoy vivo? ¿Importa mi vida? ¿Para qué estoy aquí en la Tierra?  Y cinco beneficios de conocer tu propósito:

  • Explicar el significado de tu vida.
  • Simplificar tu vida. 
  • Enfocar tu vida. 
  • Aumentar tu motivación. 
  • Prepararte para la eternidad.

 

«Llevar a cabo el propósito para el que fuiste creado te lleva más allá de la supervivencia y el éxito». Tú, maestro, tienes un propósito claro en esta vida y cada alumno también. ¿Cómo cambia esto tu perspectiva en el salón de clases?

 

2. El mejor liderazgo imita al de Jesús

Hay cualidades que son fundamentales para que un docente sea brillante y haga brillar a sus alumnos. Sólo imagina esto, tú eres un líder que está formando a los líderes del mañana, tienes en tus manos la responsabilidad y el privilegio de instruir a esos agentes de cambio.

Tu trabajo es llevar a un nivel a tus pupilos en el que de su interior corran ríos de conocimiento, dominio propio, pensamiento crítico, mansedumbre, bondad y paz. Para esto me gustaría darte algunos consejos que le sumarán a tu liderazgo:

  • Extiende gracia y sé compasivo con todos por igual. No hay favoritismos en un salón de clases. Ser empático te ayudará a conectar, entender las carencias y/o áreas de oportunidad para poder trabajar adecuadamente las necesidades según sea el caso. 
  • No te resistas al cambio. El 2020 marcó un precedente que nos debe animar a seguir creciendo, tengo la seguridad de que lo que no crece, decrece.
  • Corrige en privado y elogia en público.
  • Evalúate. Pide a tus compañeros que periódicamente te evalúen. Anota tus fortalezas y debilidades en un sólo lugar, enfócate en desarrollar aún más tus fortalezas y trabaja en tus debilidades.
  • Sé agradecido con lo que tienes: materiales, aula, un centro educativo, autoridades escolares, padres de familia, pero sobre todo tus alumnos.

 

3. El valor de muchas cosas se incrementa con el tiempo

Cada persona que ha sido llamada a enseñar la verdad, tiene la gran comisión de hacer discípulos. Mateo 13:52 en la versión PDT dice: «Bueno, todo maestro de la ley que ha aprendido sobre el reino de Dios es como el dueño de una casa. De lo que tiene guardado saca cosas nuevas y cosas antiguas». Si desglosamos esté versículo vemos que:

Dueño de la casa: el maestro.

Tiene guardado: sabiduría

Saca: no lo acumula, lo comparte. 

Cosas nuevas y cosas viejas.

Un ejemplo de esto es cuando en tu casa tienes visitas. Ofreces alimentos frescos de temporada recién horneados o cocinados, pero también das cosas viejas, cosas guardadas para la ocasión, puede ser un vino especial, quesos, vasijas de plata, etc. Un hombre prudente guarda las cosas de valor por más antiguas que sean. El valor de muchas cosas se incrementa con el tiempo. Así es el conocimiento.

¡Docente! Eres un discípulo pero también eres maestro. Distribuyes la sabiduría y el entendimiento que tienes. Te vales de lo aprendido y de lo que estás por aprender. Es sólo cuando entiendes las viejas verdades que logras entender las nuevas verdades, estas son el desarrollo de las primeras. Si por alguna razón descuidas lo nuevo es porque realmente no tienes las bases de lo viejo.

El Antiguo Testamento apunta a Jesús y el Nuevo Testamento también. Hay una conexión divina entre lo viejo y lo nuevo, he aquí la importancia. Piensa esto: El gran error de los judíos fue no creer en las cosas nuevas, no creyeron en el Mesías.

Te reto a que seas un maestro que ve a sus alumnos como Dios los ve, los entiende y ora por ellos en lo oculto. Si quieres ser exitoso, la clave es que estés conectado a la vid y te dejes podar continuamente para que sigas dando aún más fruto.

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