La teoría del juguete en el suelo

Hace algunos años mi hijo Elías estaba por nacer. Justo unos 6 meses antes, mi esposa y yo estábamos desayunando cuando empezamos a hacernos algunas preguntas respecto a su vida. ¿Qué propósito le daría Dios? ¿Cómo debíamos formarlo?¿Qué cosas deberíamos cuidar? Todas esas preguntas nos llevaron a entender que nos encontrábamos con un reto importante con el cual nuestros padres no se habían topado: el haber nacido fuera de una época digital, que en el caso de nuestro hijo le tocaría ser un nativo digital. 

Conscientes de nuestro desconocimiento, nos dimos a la tarea de investigar, leer y escuchar a aquellos que ya habían iniciado en el reto de ser papás en una era digital. Y siendo honesto, no sabía que me encontraría con un tema tan delicado.

El 20 de agosto del 2020 recibimos en nuestros brazos a ese bebé cachetón, blanco, ojos claros y con cabellos dorados que mientras lo cargaba en los cuneros del hospital, la gente me miraba como si me lo estuviera robando; parece broma, pero es verdad. 

Avanzaron los meses y una tarde de febrero durante el horario de comida, recuerdo que llegué a mi casa con dolor de espalda y algo cansado. Había sido un día lleno de trabajo. En cuanto entré a mi hogar, comencé a caminar con mucha cautela esquivando bloques, carritos y muñecos chillones. Puedo asegurarles que sentía que atravesaba un campo minado. Mi esposa Amy me dijo: «Créeme que he levantado esos juguetes varias veces». Los papás que no son nuevos en el tema nos juzgarán de ilusos por no saber lo complejo y retador que es mantener el orden con niños en casa.

Llegada la noche, cuando Elías dormía, Amy y yo nos pusimos a conversar respecto al desorden que se producía cuando nuestro hijo jugaba y entre risas, quejas y lamentos, llegamos a la conclusión de que no volveríamos a tener nuestra sala o el piso libre de juguetes que te atraviesen en los pies cuando te diriges por un vaso de agua. Esa noche, fue una noche de resignación por el tema.

Al día siguiente inicié un proceso de reflexión y mientras pensaba en los juguetes tirados y los diferentes retos que como papás enfrentamos, me llegó el pensamiento de que el juguete que estaba en el piso es un indicador de que hay vida en nuestra casa y por otro lado, es parte de la decisión que tomamos de no permitir el contacto con las pantallas. Sería muy sencillo mantener entretenidos a nuestros hijos con un aparato, pero sabemos el mal que la sobreestimulación causaría en su desarrollo. 

Fue así como pensamos darle un nombre a «la teoría del juguete en el suelo». Así le dimos otra perspectiva que no era la de agobiarnos por el desorden que los juguetes tirados en el suelo nos provocaban.

Cada día, cuando veas un juguete en el piso, agradece por la vida de ese niño o niña que se encuentra jugando en ese lugar. 

Ten presente que la ausencia de juguetes en el piso es un reflejo de un espacio sin niños o porque los niños han sustituido los juguetes por alguna pantalla.

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