La lengua de señas en la educación y su importancia

Educación integral a la que los sordos tienen derecho.

A lo largo de los años, ha existido una controversia acerca de cómo se debería abordar la educación de personas sordas.

Por mucho tiempo, ha dominado la idea de que deben ser oralizados y se debe omitir el uso de la lengua de señas. Esto para facilitar su inmersión en una sociedad completamente auditiva y oral. 

En los años sesenta, la perspectiva acerca de los sordos comenzó a cambiar. Con el estudio formal de las Lenguas de Señas (LS) como lenguas naturales, vino el reconocimiento de la comunidad sorda como un grupo socio-antropológico unido por una lengua en común.

Partiendo de este nuevo punto de vista, es que se empezó a estudiar el concepto de bilingüismo dentro de las comunidades sordas.

Así, al reconocer la relevancia de la Lengua de Señas (LS) en la comunicación de las personas sordas, el enfoque se ha vuelto el de una educación que en sus fundamentos sea a través de la lengua de señas y que sea complementada por la lengua oral, en su forma escrita.

Para comprender por qué la enseñanza de conceptos fundamentales debe ser en lengua de señas, primero debemos abordar los conceptos de lengua materna, lengua primera y lengua natural.

A la lengua materna se le puede ver desde cuatro enfoques diferentes: la perspectiva del origen nos dice que la lengua materna es aquella con la que establecemos nuestra primera relación comunicacional. La perspectiva de la competencia nos dice que la lengua materna será la que se conoce mejor.

La de función ve a la lengua de señas como la que se usa más. Finalmente, la perspectiva de la actitud de los hablantes aborda la lengua materna, por un lado, desde el aspecto de la autoidentificación y por otro, desde la identificación externa. Es decir, con qué lengua el hablante se identifica más, y a qué grupo pertenece, porque así lo identifican los demás.

En el caso de una persona monolingüe, todas estas perspectivas serán verdad de la lengua que habla. Fue la primera que escuchó de sus padres, es la que conoce mejor, la única que usa la totalidad del tiempo y las circunstancias y es la lengua que lo identifica tanto como individuo, como en su grupo social.

Este no es el caso de las personas bilingües, especialmente en el caso del sordo. El individuo bilingüe es caracterizado por el hecho de que posee una combinación de los aspectos de dos culturas y dos lenguas y, a partir de esto, forma una configuración única. También está definido por la diferencia de lenguas que tendrá con su familia, si es un hijo sordo de padres oyentes. 

Entonces, podemos encontrar tres escenarios posibles: el sordo de padres sordos que, por lo tanto, tiene acceso a la lengua de señas como su lengua primera y natural; el sordo de padres oyentes que insisten en una educación oralizada, haciendo de la lengua oral su lengua primera y el sordo de padres oyentes que adoptarán una educación bilingüe aprendiendo lengua de señas, pero utilizando la lengua oral, ya que es su lengua materna.

Por lo tanto, reconociendo que la lengua natural de los sordos, la lengua de señas, que como ya hemos estudiado, así es por su naturaleza viso-gestual, no necesariamente será la primera que aprenda, ni la que use la totalidad del tiempo, ni la que usó para establecer su primer contacto.

Es así como, desde la aceptación de la lengua de señas como lengua natural y materna de los sordos, han surgido propuestas de programas de educación que puedan conjugar las dos lenguas y que den como resultado la educación integral a la que los sordos tienen derecho.

Por esto mismo, la primera propuesta y la más eficiente hasta ahora, es la que nació en Suecia. En los años ochenta, se propuso el primer Currículum Nacional Bilingüe, que combina la enseñanza en lengua de señas con la de sueco escrito. Este programa evolucionó conforme los sordos se involucraron más, exigiendo que después del décimo grado de escolarización, los sordos suecos fueran bilingües. Así, se dio paso a un modelo bilingüe en el que se entiende que la lengua de señas y la lengua oral son diferentes y tienen estructuras distintas, y como tal, las bases del conocimiento se forjan en la lengua de señas y se aprende la lengua oral a través de traducciones.

Dicho modelo sueco de educación se ha adoptado y adaptado en diferentes países. Consiste en trabajar con lecturas y enfatizar las diferencias entre la LS y la lengua escrita y la producción de textos escritos, que se abordarán como traducciones del texto producido en un primer momento en LS.

La educación del sordo en un ambiente bilingüe y bicultural será el factor más importante para su desarrollo. Es con estos esfuerzos de incorporar la lengua de señas y la lengua oral, que se podrá garantizar el correcto desarrollo de la identidad del individuo, así como de sus capacidades intelectuales.

Uno de los aspectos esenciales para que esto sea posible es lograr un conocimiento más profundo de la LS por parte de todos los integrantes de la comunidad educativa.

Esto implica:

• un mayor énfasis en el desarrollo de competencias en LS en la formación inicial de los profesores de sordos

• oportunidades para profundizar en el conocimiento de esta lengua una vez que los docentes están en ejercicio

• políticas que logren un mayor acercamiento por parte de los padres al aprendizaje de esta lengua y la estimulación temprana de los bebés y preescolares sordos para que adquieran un buen desarrollo de la LS lo antes posible.

Referencias bibliográficas: 

  • Cruz, M. (n.d.). Reflexiones sobre la Educación Bilingüe Intercultural para el sordo en México. Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, pp. 133-145.
  • Lissi, M. R., Svartholm, K., & González, M. (2012). El Enfoque Bilingüe en la Educación de Sordos: sus implicancias para la enseñanza y aprendizaje de la lengua escrita. Estudios Pedagógicos XXXVIII, pp. 299-320.
  • ​​Grosjean, F. (mayo de 1999). El derecho del niño sordo a crecer bilingüe. DifuSord.
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