Involucra a los papás

Ningún versículo de la Biblia nos habla de la obligación del Estado, gobierno, iglesia o escuela de formar a los niños. Entonces, ¿por qué lo intentamos? ¿por qué creamos escuelas?

Como centros educativos, podemos ayudar a los padres, debemos servirles para que cumplan con su llamado, pero nunca debemos tomar su lugar. Eso no traerá bendición para el niño, ni para nosotros y mucho menos para los padres que se limitaran a echarse para atrás y abandonar la valiosísima oportunidad de forjar la identidad de sus hijos. 

Cuando la escuela abrió las puertas en el 2018 creíamos y enseñábamos la Biblia, pero hacíamos las cosas como todas las demás escuelas: Tratábamos de resolver los problemas de disciplina sin molestar a los padres e invertíamos en los alumnos sin involucrar a los papás. En una palabra usurpábamos su lugar. 

Pero Dios nos regaló un alumno que nos hizo ver la luz. Ya saben, ese alumno inteligente, gracioso, simpático y super desobediente. El que te hace orar de rodillas y llorar de frustración. El que visita la dirección hasta 3 veces…¡al día!

Ese alumno fue justo lo que necesitábamos para ver nuestra necedad. Una mañana desesperado llamé al padre, un viejo amigo, y le pedí perdón. «Te fallé», le dije. «No pude». De ahí empecé a contarle todo lo que habíamos intentado y que nada habia funcionado. Pensé que se molestaría. «En una de esas hasta saca a sus hijos de la escuela», pensé. Su respuesta me dejo helado. «Muchas gracias, es la primera vez que me dicen qué hace mi hijo y esto me permite hacer algo en casa de manera inmediata» ¿¡QUE!? ¿Me estaba dando las gracias por haber fracasado? Pues sí, Dios no nos llamó a ser sus papás, sino a ser sus maestros. 

A la mañana siguiente cuando el susodicho angelito se bajó de la camioneta de su papá los dos venían con la sonrisa más grande que les había yo visto en toda la vida. El niño me abrazó y entró a la escuela feliz. Yo no entendía nada. 

Dios me llevo a recordar Deuteronomio 6:4-7 NBLA:

«Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes».

Desde ese día empezamos una nueva práctica en la entrevista con los padres. Verán, antes de permitir la inscripción a la escuela les pedimos una evaluación del niño con la que será la maestra y una entrevista de ambos padres con el director.

En la entrevista empezamos orando y acto seguido leemos Deuteronomio 6:4-7. Les cuento lo que Dios nos ha mostrado. Que el llamado, la gracia y el entendimiento especial Dios se los da a ellos, los padres. Que ellos aman más a sus hijos y que los conocen mejor. Que si Dios quiere sus hijos serán alumnos de la escuela durante 15 años, pero serán sus hijos para siempre. Que ellos escogen mejor. Esto les gusta, pero los compromete.

El ejemplo mas tangible de esta claridad en los roles lo tenemos cuando algún alumno tiene problemas recurrentes de actitud o indisciplina. Después de hablarle a los padres de lo que hemos visto los veo a los ojos y les pregunto «¿Qué quieres que hagamos? ¿Cómo lo quieres manejar?» Es su hijo, ellos lo aman más, lo conocen mejor y a los padres Dios les va a pedir cuentas. Ellos deben tomar el liderazgo y decidir cómo avanzar. 

Desde que nos dimos cuenta que el papel de la escuela es el de servir y ayudar a los padres lo hemos abrazado en todo lo que hacemos. No dejamos tareas, creemos que los niños tienen suficiente tiempo en la escuela para hacer sus trabajos y no queremos crearles mas trabajo en casa a los ya agotados padres. Les ofrecemos desayuno en caso de que no traigan.

Nosotros compramos los materiales, útiles y libros ahorrándoles tiempo y dinero (ellos lo pagan, pero les sale mas barato). La escuela esta para servir y ayudar a los papás. De paso les recordamos que la formación de sus hijos es su trabajo. No es del Estado, no es del gobierno, ni del pastor o de la escuela. Son sus hijos, no se dejen engañar.

No se dejen convencer con las mentira de que los profesionales saben mas. Nadie los ama mas que tú. Y Dios, te los dio a ti. 

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Conoce más del trabajo que el Licenciado Mauricio Pedroza está haciendo como director. Te dejamos un video acerca de su trabajo con la lectura https://www.youtube.com/watch?v=t2BRIVHhHp4

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