¿Es buena una escuela cristiana?

¿Burbuja o invernadero?

Hace algunos años mi esposa y yo decidimos sacar a nuestros hijos de la escuela pública. Ante tal decisión, recibimos un sin número de críticas. La frase común era: «tus hijos crecerán en una burbuja». ¿Ustedes han recibido esta crítica?

Al principio, este tipo de comentarios nos lastimaron. Sin embargo, ahora que estoy arriba de los 40 años, me doy cuenta de que nuestros críticos tenían razón. Mis hijos verdaderamente crecieron en una burbuja y estoy sumamente agradecido con Dios por ello. Descubrí que al crecer en una «burbuja», ellos tuvieron la oportunidad de formarse en un ambiente sano, de honra y respeto. Esto dio como resultado personas productivas que benefician a la sociedad. Estoy convencido que la clave para construir una sociedad exitosa, se encuentra en la formación que obtienen las personas en sus primeras etapas de vida.

Una de mis actividades económicas es cultivar hortalizas. Cuando inicié en esta labor, me di a la tarea de visitar varias granjas. Observé que, por ejemplo, en el caso del chile, primero se sembraba una pequeña semilla en un invernadero y luego, cuando ésta se convertía en planta y era lo suficientemente grande y fuerte para soportar el calor y el viento, se plantaba en el campo.

Aunque vi que esto funcionaba muy bien, opté por hacer caso a varios agricultores que me aconsejaron sembrar directamente en el campo, ya que según ellos era más simple y las plantas crecerían más fuertes porque se habrían de acostumbrar a un ambiente hostil. Sin embargo, cuando las sembramos sólo sobrevivió la mitad. Al ver esto, los mismos agricultores me dijeron «no te preocupes, para la próxima utiliza el doble de semilla». 

Nuestra experiencia inicial en la siembra directa fue ver que, en efecto, las pocas plantas de chile que sobrevivieron al ambiente hostil tenían raíces fuertes. Sin embargo, el resto no sobrevivió y no dio fruto. Después de algunos intentos de sembrar directamente en el campo, le pregunté al administrador de mi rancho: «¿Quién es más exitoso, el agricultor que siembra directamente sus chiles en el campo o el que los forma en un invernadero?». La respuesta fue muy obvia, «el que formó sus plantas en el invernadero».

Nuestros hijos son como esas pequeñas plantas. Si los formamos o educamos en ambientes hostiles, es posible que sus raíces crezcan más rápido y con mayor fortaleza, sin embargo, es probable que no todos sobrevivan. Imagínate que tienes 4 hijos y cada uno es una semilla, ¿estarías dispuesto a sacrificar a tres de tus hijos para que uno de ellos tenga raíces fuertes por estar en un ambiente hostil? Por supuesto que tu respuesta, es un «NO» rotundo. Tu quieres que los 4 sobrevivan y den mucho fruto. Entonces, debes tomar tus preciosas semillas y plantarlas en un invernadero, en otras palabras, en la famosa «burbuja». Cuando las semillas germinen en un ambiente seguro, estarán listas para ser sembradas en el campo, a lo que muchos le dicen «el mundo real».

Por ejemplo, yo tuve la oportunidad de crecer en un ambiente sano y seguro. Crecí en una maravillosa familia que amaba a Jesús. Me eduqué en una escuela cristiana, estaba rodeado de amigos que eran seguidores de Cristo. Cuando salí al «mundo real» a los 21 años, me golpeó la dura realidad. La vida no era como yo la había imaginado. Sin embargo, al adentrarme a esta vida fuera de la «burbuja» pude ver a varios de mis amigos que habían crecido en ambientes difíciles experimentar burlas, acoso, falta de respeto en sus escuelas y hasta en su propia familia. El impacto que pasé del invernadero o burbuja al mundo real fue difícil, pero no se compara al impacto que tuvieron mis amigos en su niñez.

He visto que crecer en el «mundo real» al tener una familia disfuncional, no necesariamente te va a preparar para tener un buen matrimonio y una buena familia; en cambio, es muy probable que te encuentres con la dura realidad de enfrentar tu propio divorcio. Tampoco, crecer en el «mundo real» en un hogar con mentalidad de pobreza, donde se toman malas decisiones financieras, no te prepara para prosperar financieramente; en cambio, sí puede prepararte para la miseria cuando termines arruinado y en la calle.

En Malaquías 2:15, el Señor nos muestra por qué no quiere que los matrimonios fracasen. Él quiere que la familia sea un invernadero donde una generación de hijos piadosos pueda germinar y desarrollarse para dar mucho fruto en el reino de Dios. La próxima vez que alguien te diga: «Tus hijos están creciendo en una burbuja», tú puedes responder con tranquilidad: «efectivamente, están creciendo en una burbuja, a la cual yo le llamo invernadero».

Si te interesa conocer más de las escuelas cristianas en tu ciudad o tienes la inquietud de comenzar una, ¡contáctanos! Entra a www.sistemalam.com ¡estamos para ayudarte!

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