El profesor es el elemento clave de la educación

En Sistema Educativo LAM estamos seguros de que el profesor es el elemento clave para que la educación sea efectiva. No sólo lo hemos escuchado en los informes de McKinsey, de pedagogos como la doctora Inger Enkvist, Juan Comenio o los modelos educativos más exitosos como el de Finlandia; también podemos comprobarlo al observar la práctica de los diferentes colegios, escuelas y centros educativos que están teniendo éxito en nuestro país como el Instituto Las Américas de Parral y Colegio Vida Con Futuro, nuestras escuelas modelo.

Sabemos que los libros, el material, las técnicas y los recursos educativos son muy importantes, pero ni el mejor material será efectivo si no hay un maestro que lo aplique y dé el seguimiento adecuado en el aula. El proceso educativo requiere mucho más que libros bonitos, recursos ilimitados o contenido de alto nivel. Requiere de adultos que interactúen de forma correcta con los niños y que además de transmitir los conocimientos, formen vínculos sanos y espacios seguros para el crecimiento de los alumnos.

En lo personal, he podido corroborar que el maestro hace la diferencia. ¿Hay alguna materia que odiabas en la escuela? ¿Hay algún recuerdo que tengas del profesor que te daba esa materia? Yo siempre tuve una muy mala experiencia con los profesores de historia. Maestros que llegaban a dictar por una hora entera datos y nombres que no tenían ningún sentido para mí. Memorizaba esos datos para la hora del examen, pero después, nada de eso tenía un efecto o impacto trascendente en mi vida. Al contrario, sólo aumentaba mi desprecio por la historia.

Recuerdo al profesor que me hizo amar esta materia. En tercer semestre de prepa un maestro cambió mi perspectiva. Mr. Nye era un joven estadounidense apasionado por la historia y la filosofía. Todos los días llegaba al salón con mucha energía, con una gran sonrisa y un saludo personalizado: «Hello Cynthia! How are you today?» («¡Hola Cynthia! ¿Cómo estás hoy?»). Luego se tomaba unos segundos para hacer algún comentario del dibujo que estaba haciendo en mi cuaderno o de alguna canción que podría gustarme. 

Mi grupo tenía como objetivo probar los límites y hacer llorar a los maestros, pero no era así con Mr. Nye; a él le prestábamos atención toda la hora de clase, estábamos comprometidos con hacer la tarea y constantemente nos acercábamos a él para pedirle algún consejo.

Mr. Nye era intencional en tener un vínculo con nosotros. Él sabía lo que nos interesaba, conocía nuestras formas de aprendizaje y las usaba a nuestro favor, se reía con nosotros, nos hacía sentir seguros, nos invitaba a cuestionarnos y nos hacía sentir como los alumnos más inteligentes al finalizar la hora de la clase.

Honestamente, no puedo decir exactamente cuándo sucedió el cambio de mentalidad en mí, pero sí puedo decir que al final de ese semestre, yo estaba leyendo, investigando y hablando mucho más de historia. El resto de mis semestres en la prepa, Mr. Nye siguió siendo mi profesor y cada día aumentaban mis ganas por aprender más de los temas que él me compartía. Entendí cómo la historia estaba relacionada conmigo porque mi cultura, mis tradiciones, mi lenguaje y mi forma de entender el mundo, estaban ligados con los cientos de personas que vivieron antes que yo. Aprendí de las luchas que tuvieron que pelear para que yo tuviera la libertad que tengo ahora y me invitó a cuestionarme qué partes de la historia no deberían repetirse y cuál era mi papel para que eso sucediera.

Mi perspectiva cambió a tal grado, que hace unos años me convertí en maestra de historia. Quería que alumnos y alumnas vieran esta materia con los lentes que un día Mr. Nye me regaló. Esos lentes (metafóricamente hablando) me han ayudado no sólo para cambiar mi perspectiva de una materia, sino también mi perspectiva en varios temas de la vida.

Puedo decir que indirectamente, estudié lo que estudié por el apoyo de ese profesor. Me animé a seguir persiguiendo algunos de mis hobbies por los comentarios que él me hizo y también aprendí acerca de la intencionalidad en las relaciones humanas gracias a su trato y su atención para conmigo y mis compañeros.

Déjame recordarte que tu trabajo tiene un efecto mucho mayor que el que te imaginas. Tu trabajo es mucho más que tus alumnos aprendan de unos cuantos temas o incluso de que pasen su examen final. Tu trabajo está dejando una marca en la mente, el corazón y las decisiones futuras de tus alumnos. Espero que seas consciente de eso y que estés trabajando cada día en tu formación, tu crecimiento como líder y tu intencionalidad al relacionarte con ellos.

Espero que algún día, algún alumno en el mundo, escriba un artículo del impacto que dejaste en su vida y que con gusto recuerde las horas compartidas en el aula contigo.

Oro por que Dios te dé la gracia y las herramientas para impactar la vida de tus alumnos y que en el lugar donde Dios te ha puesto, puedas seguir dejando un legado.

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