Hace algunos días en el norte del país nos quedamos sin energía eléctrica y sin agua, e incluso en algunas ciudades sin gas natural. Por un momento entraron en shock, luego la esperanza de que todo volvería pronto a la normalidad, pero como a eso del medio día nos dimos cuenta de que tal vez sería algo un tanto permanente, al menos por un día más. Los que tenemos trabajos de oficina e hijos, creo que entramos un poquito más en pánico, pero ahí, de pronto, entró la imaginación.
Esta situación me llevo a ponerme a reflexionar y llegué a una conclusión: así me sentía yo cuando comencé como “Madre educadora”. Algunos de los que leen estos serán profesores por elección y algunos como yo, esta pandemia nos ha llevado a ser maestros por casualidad.
Y creo que así es como todos nos sentimos al principio de esta pandemia, cuando de pronto sin mucho aviso nos tuvimos que convertir en profesionistas, padres, esposos y maestros a la vez. Un poco asustados, ansiosos.
La incertidumbre es lo que más ha estado presente este último año. Y al menos yo, me sentía que educaba “en la oscuridad”. ¿Cómo voy a enseñarle a mi hija a escribir y leer? ¿Cómo le voy a explicar acerca de las partes de la tierra? Cabe mencionar que mi hija está en kinder, ahora me pongo a pensar qué pasa con los padres que se han tenido que volver expertos en geografía, historia y matemáticas.
Creo que en este último año todos hemos tenido ese punto de desesperación, esas ganas de llorar y ese terrible sentimiento de incapacidad. Pero luego, en medio de toda esa incertidumbre y oscuridad existen varias verdades a las que puedo voltear cuando necesito encontrar paz, inspiración y luz.
1.- Dios nos capacita en todo momento. Juan 15:16 dice “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure.” ¿Qué fruto más importante que nuestros hijos?
2.- Eres la madre o padre perfecto para tu hijo. Dios te eligió a ti, tal como eres: con mucha o poca paciencia, tímido, activo, como seas.
3.- La educación es la base incluso de la fe de nuestros hijos. Necesitamos que nuestros hijos aprendan no sólo a leer, si no a razonar y reflexionar, desarrollar su pensamiento crítico, pues esto ayudará a que sean cristianos por convicción, no por religión o costumbre.
4.- Dios tiene el control. Ni el presidente, ni los médicos, ni los ingenieros o YouTubers… sólo Dios.
5.- Somos privilegiados de poder tener los recursos y la oportunidad de enseñar a nuestros hijos, y lo mejor: Estamos aprendiendo JUNTOS.
6.- Dios nos dio una creatividad que podemos y debemos explotar en cada circunstancia.
Y en penumbras, me aferro a estas verdades y veo la gracia de Dios al ver como surge la creatividad en todo sentido, como mi hija puede jugar sin necesitar absolutamente nada más que la imaginación. Y entiendo más que nunca que mi misión es criar faros resplandecientes de luz en la oscuridad del mundo.