Cambiando la cultura

¿Qué es una costumbre? Según la RAE, una costumbre es un hábito; es el modo habitual de obrar o proceder, establecido por tradición o por la repetición de los mismos actos, y que puede llegar a adquirir fuerza por orden o mandato de una autoridad. En pocas palabras, una costumbre es repetir las conductas que nos fueron establecidas, enseñadas o impuestas por alguien a quien nosotros veíamos como autoridad.

Lo mismo sucede en una cultura, siendo ésta, el conjunto de conocimientos e ideas que caracterizan a un pueblo, a una clase social o a una época. Por ejemplo, en la cultura mexicana, se ha establecido un ejemplar de maestro a través de la historia. Según los relatos, en la época prehispánica, los maestros se consideraban una guía de sabiduría; eran personas prudentes y amables, a quienes se les profería respeto.

En la época colonial se decía que los maestros eran hombres pulcros, cristianos, españoles, de buenas costumbres, enérgicos, severos, sin titubeos, a favor de la sociedad. No debían mentir ni engañar, y debían guiar a los indígenas al cristianismo.

En los años 20s, se veía al maestro como la figura que debía remediar a las masas consideradas incultas y guiarlas al desarrollo, pero dejando fuera la religión (esto último generó antipatía social hacia ellos). En los años 40s, se retoma al maestro como un apóstol o sacerdote para enseñar sobre unidad, familia y moral, pero en los años 60s, el maestro vuelve a ser devaluado y poco apreciado por la sociedad, pues criticaban su labor sin conocer las condiciones en las que la desempeñaban.

Al inicio de los años 90s se pensó que el maestro retomaría su importante papel ante la sociedad si se mejoraban sus condiciones de trabajo al estar constantemente actualizados, y ¿cómo se ve un maestro en el siglo XXI? Un maestro en nuestra época es una persona que se enfrenta a diferentes desafíos transmitiendo conocimiento, capacitándose continuamente, combatiendo la brecha generacional, dificultades de aprendizaje, etc.

Pero, leyendo toda la información sobre la cultura mexicana acerca de un maestro, hay algo que poco se menciona y mucho se necesita. Esto es: el amor por los alumnos, el interés que va más allá de un aula, de cumplir un horario o tener lista una planeación. Esto me recuerda a un proverbio de la antigüedad latina que decía: «A aquél mortal que quieran castigar los dioses lo destinan a cuidar niños».

Existió un hombre que su nombre era Juan Amós Comenio. Con su obra literaria «La Didáctica Magna», transformó a la pedagogía e hizo que los pedagogos, de simples ayos que eran, se constituyeran en profesionales forjadores de ciudadanos. 

A él se debe la creación de la escuela popular, en la que todos tienen acceso a la educación: hombres y mujeres, pobres y ricos, párvulos y adultos, superdotados y atípicos. Fue el primer promotor del desarrollo de la comunidad; se preocupó por elevar el nivel económico del pueblo, no limitando su acción educativa al recinto de la escuela, sino haciéndola llegar a todo el ámbito de la comunidad.

La UNESCO lo reconoce precursor y la ONU lo proclama tutelar, puesto que diseñó ambas organizaciones. Un dato curioso es que el día de su nacimiento, en Checoslovaquia se celebra el Día del Maestro.

En su obra antes mencionada, hay un párrafo que refiere a los educadores mencionando lo siguiente:

«Por los preceptores, si son afables y bondadosos, sin espantar los espíritus con su sombría seriedad; atrayéndolos, por el contrario, con su paternal afecto, modales y palabras; si hacen agradables los estudios que emprendan por su importancia, amenidad y facilidad; si alaban y ensalzan a los más aplicados (repartiendo a los más pequeños manzanas, nueces, dulces, etc.); si en reunión privada o también públicamente les enseña y deja manejar pinturas, instrumentos ópticos o geométricos, globos celestes y otras cosas semejantes; que en alguna ocasión tendrán que aprender y que pueden despertar en ellos gran admiración; si valiéndose de ellos envía algún aviso a los padres. En una palabra: si tratan a los discípulos con amor, fácilmente robarán su corazón de tal modo que prefieran estar en la escuela mejor que en su casa».

Este texto no se parece a lo que un educador mexicano hace hoy en día, sin generalizar. Debemos aprender a ser preceptores de una educación que vaya más allá de sólo la enseñanza de español, física o matemáticas. Estar conscientes de que ser educador es un privilegio, nos ayudará a ser diferentes a lo que vimos, al maestro que tuvimos o a lo que se dice «debe ser» un maestro mexicano.

¿Existen algunos pasos para ser un educador diferente a lo que dicta la cultura? Considero que sí, y son los antes mencionados por Comenio, pero escritos en palabras del siglo XXI:

1.- Ser amables e indulgentes.

2.- Evitar la severidad que asusta a nuestros alumnos, en cambio, abrazarlos con afecto paternal que hemos aprendido de nuestro Padre celestial.

3.- Hacer de la información un recurso grato, útil y fácil de comprender.

4.- Felicitar a quienes sobresalen pero ayudar a los que presentan dificultades, abrazarlos y no minimizar su esfuerzo.

5.- Utilizar materiales que puedan tocar, oler, escuchar, observar. Así, trabajar su admiración a través de éstos.

6.- Confiar en ellos, pues Dios ha depositado algo muy especial en cada corazón.

7.- Tratar a cada uno con amor, honra y respeto.

Con esto, y con ayuda de nuestro Dios, podremos ser preceptores que valoren la niñez, cambiando el concepto de la escuela mexicana. 

Y así, un educador a la vez, serán millones de niños transformados para la cultura que comenzarán a formar.

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