Siempre me pareció difícil hacer amigos verdaderos; cada año era comenzar desde cero. Para mí era muy importante rodearme de personas que me aceptaran y me quisieran tal y como era. No buscaba ser falsa para encajar y a veces esa necesidad complicaba las cosas.
Recuerdo mi primer día en segundo de primaria en una nueva escuela. Hice una amiga, salimos al receso y comenzamos a jugar. Luego llegaron las «populares» del salón y se unieron. Empecé a dar ideas de cómo hacerlo más divertido, y de un momento a otro, le dijeron a mi amiga: «¡Ella o nosotras!». Y claro que Fernanda (el nombre de mi nueva amiga) se fue con ellas. Después me fui a llorar debajo de las gradas hasta que sonó la campana para volver al salón. Afortunadamente, al día siguiente, Fernanda volvió a ser mi amiga.
Desde mi perspectiva como adulto, mi experiencia con el bullying fue nula; sin embargo, ese día no se ha borrado de mi memoria y me causa tristeza. Ese día sufrí el rechazo, y no puedo imaginar que eso suceda todos los días.
¿Puedes imaginar el daño que el bullying provoca? El cerebro de un niño que está expuesto prolongadamente al bullying no sólo sufre daños psicológicos, sino también físicos.
Un estudio longitudinal llamado IMAGEN, puntualiza que los adolescentes que estuvieron expuestos a un acoso permanente por un tiempo determinado, tienen una disminución significativa respecto a un área del cerebro que está ligado con el aprendizaje y el movimiento, llamados putamen izquierdo y caudado izquierdo.
Esto tiene mucho que ver con el cortisol, la hormona que regula el estrés. En los adultos, los niveles altos de cortisol permiten que el cuerpo tenga un rendimiento más alto. Sin embargo, el exceso de esta hormona en el cerebro del niño genera un efecto contrario, disminuyendo su rendimiento.
El hecho de que un niño se encuentre con esta condición, no permite que su cerebro se repare al realizar sus actividades cotidianas como el sueño, el apetito, la memoria, entre otras, por lo que no le permite tener un adecuado funcionamiento.
Dadas las consecuencias tan alarmantes que ocurren en el cerebro del niño, todos los educadores necesitamos prevenir a toda costa que esto siga ocurriendo en nuestras escuelas. Por eso, te compartimos 9 recomendaciones para ayudarte a prevenir y erradicar el bullying, lo más que se pueda.
1. Establece políticas anti-bullying
Desde un principio se deben desarrollar los procedimientos a seguir contra el bullying. Por ejemplo, establecer qué comportamientos son inaceptables en contra de otros compañeros y cuáles serán las consecuencias para quienes lo hagan.
2. Crea estrategias de resolución de conflictos efectivas
Tenemos que invertir tiempo en solucionar los problemas antes de que se hagan más fuertes y puedan ocasionar la práctica del bullying. Es necesario detectar las diferencias y los conflictos que nuestros alumnos puedan tener entre sí, y crear estrategias de mediación para ayudar a solucionar sus diferencias.
3. Ten maestros y prefectos capacitados
Estos dos agentes son de gran importancia para mantener la disciplina adecuada, ya que son los principales en poder detectar que algo está ocurriendo con sus alumnos. Es indispensable que capacitemos a nuestros maestros y prefectos para que tengan el conocimiento de cómo deben de actuar.
4. Monitorea el clima escolar
Cuando estamos dentro de la institución no podemos bajar la guardia. El tiempo de recreo no es un momento en el cual nos podemos desconectar de lo que está pasando en el entorno escolar con los alumnos; es el tiempo más importante de vigilancia ya que en ese momento los niños ejecutan con más libertad el rol que tienen en su pequeña sociedad y podemos detectar con más facilidad las prácticas inadecuadas de los estudiantes.
5. Crea conciencia
Como personas no podemos saber lo que está sufriendo la otra persona si no nos ponemos en sus zapatos. Crear programas y conferencias de concientización acerca del bullying puede sensibilizar a los alumnos sobre esta práctica.
6. Padres participativos
Los alumnos pasan gran parte del día en sus casas y los padres deben fungir el papel de vigilantes, ya que el bullying no sólo se genera en la escuela, sino es algo que viene desde casa. Además, tenemos que revisar lo que nuestros hijos están consumiendo; qué programas ven, qué videojuegos juegan, con quién chatean, entre otros.
7. Restringe comportamientos en línea
La vida de los niños y adolescentes cada vez más está siendo absorbida por las redes sociales y pueden llegar a reflejar un comportamiento en la vida real y otro en internet. Por lo tanto es primordial que tengan reglas establecidas a la hora de utilizar sus dispositivos, fijando horarios y páginas a las que pueden acceder. Los padres tienen que tener el acceso a las páginas y a las cuentas que sus hijos manejan.
8. Toma acciones inmediatas
La violencia es algo que evoluciona con el paso del tiempo, por esta razón, a la mínima evidencia hay que erradicarla. No minimicemos nunca las acciones que se llevan a cabo en la dinámica escolar.
9. Crea un sistema de reporte anónimo
En algunas ocasiones, no vamos a poder detectar todo lo que pasa entre los alumnos en el entorno escolar. Un sistema de reporte anónimo permitirá que los niños reporten actitudes de otros compañeros sin sentir el miedo a que lo cataloguen como el «soplón» del grupo. Así eliminaremos el temor a exteriorizar lo que está pasando en sus relaciones.
Independientemente de la etapa de vida en la que te encuentres, el rechazo duele.
Cuidemos los cerebros de nuestros alumnos y evitemos que sean dañados antes de desarrollar todo el potencial que son capaces de lograr. El amor a nuestros estudiantes tiene que ir más allá de lo que les enseñemos en el aula; tenemos que cuidar su corazón y alma ya que si esta necesidad intrínseca no está cubierta será imposible aprender.
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Bibliografía:
https://neuro-class.com/efectos-del-acoso-escolar-en-el-cerebro/https://www.guiainfantil.com/educacion/bullying/los-alarmantes-efectos-del-bullying-en-el-cerebro-de-los-ninos/https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2019/01/29/bullying-puede-causar-cambios-cerebro-patologias-mentales/0003_201901G29P24992.htm
