Año nuevo, ¿aula nueva?

Nos encontramos en el inicio de un nuevo año y por lo tanto, nos invade la idea de mejorar nuestras vidas con nuevas metas y hábitos que impactarán nuestro trabajo, nuestras relaciones y nuestra salud. Si alguna vez te has sentido presionado por esta idea de «empezar de nuevo» a principio de año, no estás sólo. La mayoría de nosotros tenemos propósitos para el nuevo año, pero es muy común abandonar nuestras metas en cuestión de semanas.

¿Es entonces una mala idea proponernos metas a principio de año? No, al contrario. En cualquier punto del año es bueno reflexionar acerca de las diferentes áreas de nuestra vida y ver dónde nos encontramos, qué queremos cambiar y qué se va a lograr con tales cambios. El problema está en cómo planeamos la ejecución de estas metas.

Como maestros y padres, es común hacer una larga lista de metas para cambiar nuestro método de enseñanza y mejorar el proceso de aprendizaje de nuestros niños. Algunos consejos que podemos tomar en cuenta para tener más probabilidades de lograr cada punto en nuestra lista son los siguientes:

1. Sé realista 

A nivel personal, es sumamente difícil que alguien, a partir del primero de enero, sea capaz de cambiar por completo su alimentación, su rutina de ejercicio, sus hábitos de lectura, mientras al mismo tiempo se inscribe a clases de un nuevo idioma, consigue un trabajo nuevo, organiza sus finanzas de una nueva manera y adopta un cachorro. Tantos cambios de un día a otro podrían agobiarnos, y es por esto que los abandonamos en poco tiempo. Lo mismo ocurre en un salón de clases o contigo como profesor. 

Debemos ser pacientes y considerados con nosotros mismos, ser conscientes de nuestras limitaciones y reflexionar sobre nuestras prioridades. Si tienes cinco cosas que quieres cambiar en tu aula, debes aceptar que probablemente algunos de estos cambios comiencen mucho después que otros, y otros requerirán más inversión de tiempo y esfuerzo. Además, es posible que nuestros alumnos muestren más motivación o sean más disciplinados con ciertas metas, y eso también está bien.

2. Establece horarios y fechas límite

Siempre nos va a beneficiar el ser organizados en cualquier tipo de meta. No es lo mismo decir «voy a implementar más lecturas este año» a decir «voy a planear que leamos juntos un día al mes». Es mucho mejor decirnos, «para el primero de marzo, tengo que tener una tablet», en lugar de sólo desear usar menos papel para nuestro material. Ser específicos con períodos de tiempo nos ayuda a tomar pasos más concretos.

Sin embargo, sabemos que la vida rara vez va al ritmo que nosotros queremos y no podemos ser tan estrictos o exigirnos cumplir todo en perfecto horario. No te enfoques en los retrasos sino en seguir caminando hacia la meta.

3. Identifica el «porqué» o «para qué»

Un gran problema de nuestras metas es que no son lo suficientemente claras. A veces sólo tomamos las típicas metas que se espera que tengamos como maestros, como ser más organizados, usar más tecnología, obtener mejores resultados. Pero ¿por qué quiero hacer esto? ¿cuál es el resultado que busco obtener al cumplir esta meta? Las respuestas a estas preguntas van a definir el cómo vamos a abordar estos objetivos y nuestro nivel de motivación. 

Podemos ver un claro ejemplo de esto en los alumnos que buscan aprender un nuevo idioma. Aquellos alumnos a quienes les gusta el idioma en sí, piensan viajar a un país donde éste se habla, o disfrutan de la música de algún artista en ese idioma, se encuentran mucho más motivados que aquellos que van sin un motivo claro, muchas veces obligados por sus padres. Es por eso que es importante identificar los motivos detrás de nuestro deseo por cumplir estas metas y cómo van a impactar nuestras vidas.

4. Crea un sistema para revisar avances

Este punto es mucho menos complicado de lo que parece. Digamos que me propuse certificarme como maestro de Inglés este año. Puedo ponerme una fecha límite hasta junio, por ejemplo. Por lo tanto, a principio de año, debo desarrollar una lista con los pasos que debo cumplir para lograr ese objetivo y con cortas descripciones de qué implica cada paso. Si son seis pasos, el cumplir uno por mes va a darme una visión más clara de lo que conlleva esta meta. 

Así, podría crear un plan en el que me propondría trabajar en un paso el primer sábado de cada mes. Esta estructura, aunque pudiera parecer obvia y simple, nos ayuda a crear metas más pequeñas y «digeribles», dejando espacio para los objetivos del día a día o para aquellos propósitos que requieren más esfuerzo. Además, el ir palomeando o subrayando cada paso cumplido nos da una sensación de satisfacción y de progreso, motivándonos a continuar.

5. No te compares con otros.

En la época de redes sociales, es inevitable observar las vidas de otros y lamentablemente, compararnos. Aunque tu compañero y tú se hayan propuesto el mismo objetivo de implementar más juegos para el aprendizaje, recuerda que no son la misma persona: no tienen la misma personalidad, no tienen los mismos alumnos, no tienen los mismos recursos, no poseen las mismas motivaciones. Por lo tanto, no podemos esperar los mismos resultados.

Finalmente, recuerda que es importante celebrar cualquier avance que hagas hacia tu meta. Muchas veces la vida te va a ocupar y vas a tener que comenzar de nuevo. Recuerda ser paciente contigo mismo. Aún si no cumples las fechas o períodos exactos que te propusiste, piensa en que tu vida y la de tus alumnos ya ha cambiado y mejorado con el solo hecho de intentar cumplir tu meta. Cada paso, por más pequeño que pueda parecerte, cuenta.

Compartir:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Nombre *
Correo *
Teléfono *

¿Ya conoces nuestro Blog LAM?

¡Regístrate a nuestro Newsletter y obtén envío gratis!*
Nombre *
Apellido *
Ciudad *
Teléfono *
Correo *

*Aplica solo para la república mexicana.
Ingresar