A favor de los niños

América Latina está compuesta de alrededor de 630 millones de personas, de las cuales alrededor de 193 millones son niños, niñas y adolescentes. Según la UNICEF, el 63% de los niños y las niñas menores de 15 años en Latinoamérica sufren algún tipo de violencia física o psicológica dentro de su propio hogar. También, 1 de cada 20 niños y niñas menores de 5 años es dejado solo o al cuidado de otro niño o niña menor de 10 años. Estas estadísticas son alarmantes y apuntan a la triste realidad de la poca importancia que le damos a los menores en Latinoamérica.

Aunque estas estadísticas nos hablan del peor de los extremos, tengo varios años observando y analizando la forma en la que los adultos interactuamos con los niños y me doy cuenta del desprecio, olvido o indiferencia que tenemos ante los más pequeños en nuestras comunidades.

A pesar de que los latinoamericanos nos jactamos de nuestras fuertes relaciones familiares, la realidad es que cuando eres niño se te considera como alguien con menos valor que los adultos de tu casa. Tal vez tú has crecido en privilegio y tu niñez fue muy grata, pero piensa un poco en cuántas bromas, referencias y anécdotas hay de los hermanos mayores (o adultos de la casa) aprovechándose de sus hermanos menores. Cuántos niños pasan tardes enteras frente a un televisor porque no hay nadie que les ponga límites. Cuántos niños están en un crucero pidiendo dinero o vendiendo dulces. Cuántas veces has visto a un papá o mamá gritarles a sus hijos enfrente de otras personas. Cuántas veces has escuchado a un adulto llamar «burro» o hablarle con desprecio a un niño. Cuántos niños deambulan solos por la calle porque no hay adultos que los supervisen. Cuántas fiestas de niños son solo un pretexto para que los adultos se emborrachen y convivan. Hay muchas otras escenas de desprecio, olvido e indiferencia que podría enlistar, pero estoy segura de que ya pinté una escena en tu mente.

Déjame decirte que todas esas cosas no son correctas y no deberían ser la norma en cómo nos relacionamos con los más pequeños. Para llegar a las estadísticas de las que te hablé al principio, hay un camino previo que recorrer, y ese camino comienza con la indiferencia, el olvido y el desprecio en las pequeñas y cotidianas acciones de nuestras relaciones con los niños. Entonces, para lograr cambiar las estadísticas, debemos cambiar nuestras actitudes del día a día y debemos comenzar a ver a los niños y niñas de forma diferente.

En Sistema Educativo LAM creemos profundamente en el valor que tiene un niño por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Entendemos que son adultos en formación que necesitan de nuestra guianza, nuestra atención y nuestro afecto. Creemos que son los líderes del futuro y que han sido diseñados con capacidades increíbles que deben ser abonadas y fertilizadas para su óptimo desarrollo. 

¿Cómo ves a los niños de tu comunidad? ¿Qué piensas de ellos? ¿Cómo te interesas por ellos? ¿Qué estás haciendo a favor de ellos? Cuando tienes una visión correcta de los niños, tus acciones serán intencionadas para su bienestar, considerando qué es lo mejor para ellos. Eso es honra.

Si estás leyendo este artículo, seguramente estás interesado en cambiar las estadísticas de violencia y abandono hacia nuestros niños. Por eso, te quiero dejar 3 prácticas sencillas que nos ayudarán a transformar nuestra cultura y a crear espacios seguros donde niños, niñas y adolescentes puedan crecer para convertirse en todo aquello que Dios ha preparado para ellos. Estas prácticas pueden ser implementadas en el centro educativo, en la casa, en la iglesia o en una reunión familiar. Recuerda que el desprecio es parte de nuestra cultura actual y por eso deberás ser intencional y examinar cómo estás viendo a los niños en tu comunidad.

1. Examina tu visión. Es posible que tengas ideas mixtas o distorsionadas. Sé honesto en cómo está tu visión y tu corazón en cuanto a los niños. Tal vez te relacionas con niños que tienen trasfondos o actitudes difíciles; recuerda que ellos sólo son el producto de los adultos que los rodean. Reenfoca tu visión en lo que Dios creó para cada uno de esos niños. Busca qué dice la Biblia acerca de ellos, estudia acerca de cómo otras culturas tratan a los más pequeños y adopta aquellas cosas que aporten a levantar, apreciar y afirmar a los niños. Evalúa las cosas que piensas de los diferentes niños que hay en tu comunidad y deja que Dios te de ojos para verlos como Él los ve.

2. No seas indiferente. Posiblemente no tienes malas actitudes, pero si tienes una fuerte indiferencia. Siempre que te encuentres con un niño, toma el tiempo para prestarle la atención adecuada. Por ejemplo, si estás saludando a una pareja que está con sus niños, también salúdalos a ellos y no los ignores; bájate a su altura y mirándolos a los ojos salúdalos con amabilidad. Otro ejemplo puede ser que les prestes atención al hablar. Ten conversaciones inteligentes con ellos, no menosprecies su capacidad. Pasa tiempo con ellos, interésate por las cosas que les interesan y sé genuino en compartir esos intereses. Juega con ellos, comparte hobbies, haz deporte, cocina, arma un club de lectura, etc. Recuerda que los niños son adultos en formación. Ten paciencia con ellos en las cosas que aún no logran y conviértete en un facilitador. No importa si estás dentro de un aula o en el supermercado, para ellos tú eres un ejemplo. Aprovecha cualquier oportunidad para hacerlos parte y enseñarles cosas nuevas.

3. Sé un defensor de la infancia. Proverbios 31:8-10 dice: «Habla por los que no pueden hablar y defiende los derechos de los desamparados. Alza la voz y hazles justicia; defiende los derechos de los pobres y los necesitados». También será necesario que nos levantemos en valentía a defender a los niños, niñas y adolescentes de nuestros países latinoamericanos. Muchas veces tendremos que levantar la voz para enseñar a otros adultos; otras veces tendremos que levantar la voz para exigir el cumplimiento de los derechos de los niños y algunas otras, para sacar a los niños de lugares donde no son valorados ni cuidados.

Conviértete en un defensor de la infancia desde las pequeñas acciones, hasta las más revolucionarias. Sé el adulto que necesitaste cuando eras niño y conviértete en un lugar seguro para aquellos pequeños que te rodean.

Aunque la cultura no se cambia de un día para otro y no será fácil cambiar el menosprecio e indiferencia por honra y valor, estoy segura de que con un grupo de personas determinadas, valientes e intencionales, podremos crear espacios seguros que formen niños y niñas felices, completos y así transformar Latinoamérica en un mejor lugar con futuros mucho más esperanzadores. ¿Te unes a este ejército de cambio?

Bibliografía:

Niños y niñas en América latina y el Caribe: https://www.unicef.org/lac/niños-y-niñas-en-américa-latina-y-el-caribe 

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