¿Cómo escribir mejor?

La imaginación viene de una visión del universo.

Este artículo es una invitación: enseñemos a nuestros alumnos y a nuestros hijos a escribir oraciones y párrafos fuertes. Pienso escribir una serie enfocándome en este tema partiendo desde diferentes preguntas, hoy empezaremos con esta: ¿qué estoy escribiendo?
 
Si leíste el último artículo que escribí, ¿Por qué es importante leer poesía a los niños?, entenderás lo necesario que es enseñar lo siguiente a nuestros hijos o alumnos: la manera en que tú percibes y entiendes el mundo es única, mereces ser escuchado y leído. Ese mundo que existe sólo en tu mente debe llegar a los ojos de alguien que podrá ver una nueva ventana abrirse dentro su percepción, para entender mejor lo que le rodea.
 
Por todo lo anterior, enseñemos que hay oraciones y párrafos fuertes, pero también hay algunos que son débiles. Sin embargo, esto no debe causarnos tristeza, «pobres párrafos débiles», no, en el mundo de las letras, como en nuestro mundo, el ejercicio (la práctica constante) genera fortaleza y destreza. Cuando alguien es débil sólo debe entrenar.  Entonces, a los párrafos o a las oraciones sólo les hace falta un poco de actividad física para hacerse fuertes y lograr expresar lo que quieren expresar. Necesitamos añadirles un punto de vista, un estilo y una estructura; así serán fuertes y veremos hermosos párrafos u oraciones moviéndose habilidosamente: corriendo, saltando y llegando de forma efectiva a los ojos del lector.
 
Menciono todo esto porque, debido a que en nuestra preparación escolar se nos enseñan las reglas y los fundamentos para escribir correctamente, a veces olvidamos que una oración, idea, frase o párrafo se compone de algo más que una gramática correcta. Entiendo, porque también he sido maestra, que es necesario enseñar muy bien las reglas, la estructura, los cimientos, para que nuestros niños puedan aprender a expresar lo que quieren expresar en una forma adecuada.

Pero, una vez que esto esté bien comprendido, prosigamos en nuestra labor y mostremos a cada niño que una oración o un párrafo también puede estar débil si dijo todo correctamente, pero a la vez no expresó nada. Un texto puede estar correctamente escrito y estar vacío. Los textos no se escriben sólo con la mente porque, como ya mencionamos, las palabras comunican mucho más de lo que pensamos.

Entonces, cada elemento es importante, no sólo cómo está escrito nuestro mensaje, sino qué estamos diciendo y por qué lo estamos diciendo. Hagamos ver a nuestros niños que mientras escriben pueden hacerse estas preguntas. Preguntarse esto los hará poner a sus párrafos y oraciones a trabajar los músculos que necesitan. Ellos entenderán que sus herramientas de escritura no son sólo sus conocimientos gramaticales, sino su imaginación, sus vivencias, sus emociones, o incluso sus sueños. Comenzarán a preocuparse por potenciar su texto, llevando al lector a tener una experiencia junto con ellos, no sólo una correcta lectura. 

Los textos fuertes, más que hechos de palabras, están hechos de imágenes y con imágenes no me refiero sólo a elementos visuales, sino más bien a un conjunto de manifestaciones sensoriales y emociones. Sí, enseñemos que los textos fuertes se construyen también con emociones y con imaginación.
 
La imaginación es la facultad que tenemos los seres humanos para, por medio de palabras o figuras, hacer presente el aspecto o la apariencia de algo que puede existir o no. Así creamos imágenes de cosas que son reales o ideales; pero éste no es sólo un proceso productivo, sino también de captación. Puede partir de la creación de algo desde la nada, pero también desde la reconstrucción. Es decir, tu imaginación se nutre, a través de tus sentidos, de todo lo que te rodea; luego, en un proceso maravilloso que sólo Dios puede comprender, tu mente crea y da vida, tu mente imagina.
 
La imaginación viene de una visión del universo, es decir, una actitud frente al mundo y cada persona tiene una particular. Por lo tanto, cada niño tiene su propia interacción con el mundo y partiendo de ella construye su realidad en palabras, crea una realidad imaginada: una narración.
 
Sí, sólo me enfoqué en uno de los puntos que mencioné, la imaginación, porque de no ser así este artículo sería demasiado largo. La imaginación me asombra por el proceso tan complejo que implica, si no me crees, investiga más acerca de esto. Sin embargo, como ya sabemos, el mensaje de un párrafo fuerte también contiene puntos de vista, emociones, vivencias y sueños, todos igual de importantes.
 
Entonces, hagamos entender a nuestros niños que su punto de vista importa, que sus ideas importan, que sus pensamientos y sueños importan. Así fortalecemos sus oraciones y sus párrafos. Ellos entienden que lo que escriben tiene un significado personal, íntimo y suyo. Un significado que pueden modelar correctamente para que otros entiendan lo que ellos piensan, sienten e imaginan.
 
Enseñemos a nuestros alumnos y a nuestros hijos que mientras redactan pueden preguntarse a sí mismos: «¿qué puedo hacer para que esta realidad que tengo dentro de mí y que quiero mostrar a los demás sea comprendida por todos de manera más clara?». Así harán uso de su sensibilidad, su imaginación y su empatía para precisar lo que quieren decir, llenarán los huecos que dejan las palabras y sus textos serán fuertes.

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